AUTOR
Carlos Eduardo González
Es cronista y redactor en Alpinismonline Magazine. Funda la revista en Julio de 2008 como Alpinismonline Revista Digital de montaña, que en 2016 pasa a llamarse Alpinismonline Magazine. Desde 2014 realiza la cobertura del servicio Magazine Etrack, con seguimiento de expediciones exclusivamente en ocho miles.
Algunas fotografías presentadas en esta obra, fueron coloreadas digitalmente por el equipo de edición de Alpinismonline Magazine. La referencia se encuentra en el pie de cada foto.
Se cumplen en este año 2021, cien años de la primera expedición británica al Everest, que, en realidad, se trató de una expedición de reconocimiento, que tuvo el objetivo de buscar una ruta viable de ascenso a la montaña más alta del mundo.
Todas estas expediciones que fueron sucediéndose a partir del puntapié inicial, dado en 1921, contribuyeron a fijar los pilares que treinta y dos años después, posibilitarían que dos escaladores pudieran finalmente poner un pie en el punto más alto del planeta, dejando en el camino varios intentos -al igual que varias vidas- que se fueron extendiendo en el tiempo, hasta antes de iniciada la segunda guerra mundial.
Luego de ésta, la reapertura fue muy lenta, y recién en 1950 se pudo regresar al escenario, ahora desde una nueva vertiente hasta el momento inexplorada: la vertiente de Nepal, lo que hoy conocemos como la ruta del collado sur.
Pero volviendo a aquél 1921, tan lejano en el tiempo por estos días, tenemos muchas consideraciones a poner sobre la mesa mientras vamos ingresando de a poco a aquella aventura, muy diferente a lo que hoy podemos conocer respecto a una expedición de ascenso a una montaña, por encima de los ocho mil metros.
En primera instancia, hoy tenemos un escenario completamente diferente. Estamos hablando de una región conocida, accesible, salvo algunas excepciones circunstanciales, con ligeras cuestiones políticas que directa o indirectamente influyen en el desarrollo; contra un panorama de 1921 absolutamente desolador: un terreno desconocido, inexplorado, lleno de incógnitas, como único medio de poder llegar a conquistar la cumbre del mundo.
Aquí vemos la primera coincidencia en lo que refiere a hechos circunstanciales, salvando las distancias por supuesto. Por aquél entonces, todo acceso a las expediciones occidentales y muy especialmente británicas, estaban completamente cerrados desde la vertiente sur. La accesibilidad solo podía venir por el norte.
Si tomamos en cuenta los hechos fundamentales de esta expedición, podemos decir que se descubrió una ruta factible desde el este hasta el glaciar Kharta y luego cruzando el paso de Lhakpa La, al noreste del Everest. Luego fue necesario descender hasta el glaciar East Rongbuk antes de subir nuevamente al collado norte. Sin embargo, este último, fue el mayor punto alcanzado, ya que no se pudo evolucionar más allá del mismo, antes que tener que retirarse porque el tiempo se había agotado.
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Fue jefe de expedición el irlandés Charles Howard-Bury, nacido el 15 de agosto de 1881 en Charleville. Howard-Bury siempre estuvo interesado en la escalada desde joven, lo que lo llevó a emprender las rutas más grandes en los Alpes austríacos. Se unió al Real Cuerpo de Fusileros del Rey en 1904 y fue destinado a la India, donde viajó y fue a la caza mayor. En 1905 entró secretamente en el Tíbet sin permiso y fue severamente reprendido. Sus primeros diarios de viaje datan de 1906 y muestran su agudo poder de observación, su conocimiento enciclopédico de la historia natural y su capacidad lingüística. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, Howard-Bury se reincorporó a su regimiento y sirvió con distinción como oficial de primera línea en el Somme y durante todo el conflicto. Fue capturado durante la ofensiva de primavera alemana de 1918 y luego escapó dramáticamente de su campo de prisioneros de guerra, antes de ser recapturado diez días después.
Pero yendo al tema que nos interesa, a instancias de Sir Francis Younghusband en 1920, Howard-Bury allanó con éxito el camino para la Expedición al Everest. En 1922 escribió un relato completo de la expedición, publicado como «Mount Everest The Reconnaissance, 1921«, gran parte del cual ha servido para la elaboración de este informe.
Más allá del hecho que nos convoca, y como un hecho adicional a la propia expedición, durante el desarrollo de la misma, Howard-Bury encontró muchas huellas a gran altura; luego pronunció que las huellas «probablemente fueron causadas por un gran lobo gris trotando«. Sin embargo, sus sherpas se apresuraron a decir que eran las huellas de un «Metch Kangmi», que significa algo así como «muñeco de nieve sucio«. Esa fue una de las primeras afirmaciones de la existencia de lo que hoy conocemos como «Yeti«, conocido también en distintas historias llevadas algunas de ellas a la ficción, como «abominable hombre de las nieves«, otro de los hechos que dejó esta expedición de 1921. Howard-Bury murió el 20 de septiembre de 1963, un año también trascendental para el Everest, a la edad de 82 años, pudiendo ver concluida toda esta historia de conquista de la montaña más alta del mundo.
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Howard-Bury incluyó en el equipo de la expedición de 1921 al Everest, a George Mallory, que nunca antes había estado en el Himalaya. Como iban a resultar los acontecimientos, Mallory se convirtió en el escalador líder de facto. En su libro de 1922 Howard-Bury incluyó seis capítulos escritos por Mallory.
En 1856, el Gran Estudio Trigonométrico pudo calcular que el pico más alto del mundo no era Kangchenjunga, tal como se pensaba, sino el Pico XV, que por aquél entonces todavía no se lo conocía como Monte Everest. Eran los comienzos del himalayismo, al menos en el pensamiento. Llevado a la práctica, todavía faltaba un poco más.
En 1907, para celebrar el quincuagésimo aniversario del Alpine Club, se elaboró un plan definitivo para un reconocimiento británico del Everest. Pero llegar a la expedición final, demandó varios años y distintas trabas que debieron sortearse, muchas de ellas de carácter político, incluida la gran guerra de 1914.
En 1920, finalmente se aprobó una expedición, por lo que el coronel Charles Howard-Bury fue enviado en una misión diplomática que persuadió al virrey de la India, Lord Reading, de apoyar esa idea. Debido a que Nepal estaba cerrado a la entrada en ese momento, la marcha de aproximación planificada de la expedición sería a través de Sikkim, hoy territorio que pertenece a la India.
El Reino de Sikkim fue una monarquía hereditaria que existió entre 1642 y 1975. Fue un antiguo estado principesco de la India británica y, posteriormente, un estado independiente de facto sobre el cual la República de la India ejercía un protectorado. Fue gobernado por Reyes Chogyal. Promediando el Siglo XVIII, Sikkim fue invadido por el Reino de Nepal, y estuvo bajo su posesión por más de veinticinco años. Al establecerse la India británica, el Chogyal de Sikkim se alió con el gobierno británico para recuperar su soberanía. Entre 1814 y 1816 se mantuvo un estado de guerra entre Nepal por un lado y Sikkim y la India Británica por otro. Cuando finalmente los nepalíes fueron derrotados, se suscribió entre Sikkim y el Reino Unido el tratado de Titalia, que devolvía a la monarquía sikkimesa los territorios que habían sido ocupados por Nepal y que al tiempo suponía el reconocimiento de la predominante influencia británica sobre Sikkim.
Bajo el Tratado de Tumlong, firmado en 1861, oficialmente Sikkim se convirtió en un Protectorado británico. El protectorado fue transferido a la Unión India en 1947, luego de su independencia, pero no entró en vigor hasta 1950.
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En 1970 comenzaron las revueltas exigiendo el fin de la monarquía y el establecimiento de una democracia plena. El 8 de mayo de 1973 se firmó un acuerdo tripartito entre el Chogyal Palden Thondup Namgyal, los partidos políticos y el gobierno de la India. El acuerdo preveía la creación de un gobierno responsable, bajo la supervisión de un director ejecutivo designado por el gobierno de la India. Finalmente, se celebraron elecciones el 13 de abril de 1974, en las que resultó ganador el Congreso Nacional de Sikkim. Palden Thondup Namgyal abdicó el 10 de abril de 1975, un año después de las elecciones. Tras un referéndum sobre la soberanía de Sikkim, este se unió formalmente a la India como un estado más.
El agente del virrey, Sir Charles Bell, había estado trabajando en Lhasa y había formado una buena relación con el Dalai Lama, quien otorgó un pase de entrada para la expedición. En enero de 1921, el Alpine Club y la Royal Geographical Society, establecieron conjuntamente el Comité del Monte Everest para coordinar y financiar la expedición. Aunque inicialmente apoyaron un intento total en la cumbre, los miembros del comité finalmente acordaron que el propósito principal de la misión debería ser el reconocimiento. De esta manera, quedaba todo organizado y bien armado, como una vieja e inexorable buena costumbre inglesa.
Arranca la primera expedición al Monte Everest
Los deberes militares de Bruce le impidieron participar, por lo que Howard-Bury fue elegido como líder. Fue una expedición de reconocimiento y en ese momento 97 kilómetros era lo más cerca que un explorador había estado de la montaña más alta del mundo. De esta manera, tras varias décadas de estudios, primero, e intentos de acercamiento, después, todo parecía indicar que los occidentales tomarían finalmente, contacto con la mítica montaña.
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La expedición se puso en marcha en abril de 1921, y se extendería por un lapso de seis meses, hasta el mes de octubre. El equipo de escalada estaba compuesto por dos montañeros experimentados, Harold Raeburn y Alexander Kellas, y dos hombres más jóvenes, George Leight Mallory y Guy Bullock, ambos fuertes escaladores aunque sin experiencia en el Himalaya.
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El equipo de la expedición también incluyó a Sandy Wollaston, un naturalista y médico, Alexander Heron, un geólogo, Henry Morshead y Oliver Wheeler, topógrafos adscritos del ejército.
La expedición, que reunió a sherpas, bhutias, porteadores, suministros y 100 mulas del ejército, que más tarde tuvieron que ser reemplazados por mulas de montaña y yaks. Partió de Darjeeling en la India británica el 18 de mayo de 1921 para recorrer los 480 kilómetros de distancia hasta las proximidades del Monte Everest.
La ruta los llevó a través de Sikkim, al noreste a través del valle de Tista, sobre el Jelep hacia el Tíbet y luego hacia el valle de Chumbi, pasando por Phari a 4.400 metros, cruzando la cuenca del Himalaya en Tang La y continuando hacia el Meseta tibetana. Luego, dejando la carretera de Lhasa y tomando un rumbo hacia el oeste, la expedición llegó a Khamba Dzong.
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Aquí, el 6 de junio, se produjeron dos bajas importantes: Alexander Kellas murió repentinamente de insuficiencia cardíaca y Raeburn se enfermó y tuvo que regresar a Sikkim.
El grupo siguió por el valle del río Arun hacia el oeste y en Shiling pudieron ver el Everest lo suficientemente bien como para comenzar a medir su topografía. Viajando a través de Shekar Dzong llegaron a Tingri, que se convirtió en la base de la fase norte de sus exploraciones, tal como hoy, cien años después, es el último poblado en camino hacia la ruta del collado norte de la cumbre del mundo.
En ese momento, Mallory y Howard-Bury se habían disgustado el uno con el otro. Como consecuencia de ello, Mallory escribió que Howard-Bury era «demasiado el propietario no solo con prejuicios conservadores, sino con un sentido de odio y desprecio muy desarrollado por otros tipos de personas «.
Reconocimiento del norte
Desde Tingri, se pudieron seguir varios valles hacia el sur, en dirección al Everest, y el 23 de junio Mallory y Bullock partieron en esa dirección con dieciséis sherpas y porteadores. Dos días después, en Chobuk llegaron al pie del valle de Rongbuk y pudieron ver el Everest, como nunca antes había sido visto por un occidental, hasta ese momento.
Diez millas más allá estaba el hocico del glaciar Rongbuk cerca de donde instalaron el campamento base a 5000 metros, un poco más allá del monasterio de Rongbuk. Solo familiarizados con los glaciares alpinos, tuvieron dificultades para sortear seracs de 15 metros, y se retiraron a 5.600 metros donde desemboca el glaciar West Rongbuk.
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Una consideración muy importante a tener en cuenta, es que en la actualidad, muchas de las descripciones no se corresponden con el estado actual de los glaciares. Muchos de ellos han retrocedido considerablemente por estos tiempos, como consecuencia del calentamiento, lo que hace algo complejo poder seguirlo en su condición actual y en concordancia con el relato.
El monasterio de Rongbuk
Es un monasterio budista tibetano, de la corriente Nyingma. Se encuentra al pie del Glaciar Rongkbuk a 5100 metros de altura, muy próximo al campo base del collado norte del Monte Everest. Hoy se puede llegar con vehículos, pero hace cien años, muy distinto era el panorama, ya que debía realizarse una travésía titánica, desde Darjeeling, de algo más de un mes.
Los escaladores deben pasar por Rongbuk para acceder al Monte Everest por la cara norte. Ha sido descrito como uno de los lugares con vistas más espectaculares del mundo entero, ya que pueden verse las cimas del Shishapangma, Monte Everest, Cho Oyu, y los picos de Gyachung Kang. Uno de los primeros exploradores británicos en visitar la zona, John Noel, lo describió poéticamente de una forma muy explícita: «Algún arquitecto colosal, que construyó con picos y valles, parece aquí haber forjado un prodigio dramático – un balcón a la grandiosidad de la montaña.»
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Envuelto a menudo en nubes y niebla, el gran pico del Everest fue descrito ya sea como «Una masa triangular ridícula» (por George Mallory) o «Un capitel brillante de roca acanalado por la nieve» y, por último (por Noel Odell), como «Una cabeza imponente de granito y hielo que se cierne amenazantemente sobre el Glaciar de Rongbuk, brillando blanco en sus pies».
El Glaciar Rongbuk
Tomando seis días para aclimatarse y recuperarse, establecieron el Campamento II a 5.300 metros. El 1 de julio, Mallory con cinco sherpas se dirigió hacia la cabecera del glaciar cerca de la cara norte del Everest a 5.800 metros, y pudo evaluar el lado occidental del collado norte como una ruta factible para acceder al collado norte y de allí un buen camino hacia la cumbre, aunque no quedó demasiado satisfecho.
La cresta oeste del Everest tampoco parecía alentadora desde esta ubicación, por lo que Mallory decidió que se debería explorar el glaciar West Rongbuk.
La topografía del oeste es muy compleja, por lo que el 5 de julio Mallory y Bullock subieron el Ri Ring de 6900 metros, solamente para tener una mejor perspectiva. Pudieron examinar la cara norte superior y la cresta norte sobre el collado norte y consideraron que esta última era accesible.
Sin embargo, se formaron una impresión errónea de que una alta cordillera corría desde el Pico Norte del Everest extendiéndose hacia el este hasta el río Arun. Por lo tanto, pensaron que cualquier aproximación al lado este del Collado Norte no podía ser desde Rongbuk, sin imaginar nunca que el glaciar del otro lado del Collado Norte volvería a convertirse en el glaciar principal de Rongbuk. De hecho, donde se une, justo encima del monasterio de Rongbuk, solo se ve un pequeño arroyo.
Mirando más hacia el oeste, dos rutas hacia el Everest parecían prometedoras, una sobre el Lho La en la cabecera del glaciar Rongbuk y otra sobre un collado localizado entre el Pumori y Lingtren. Esto les dio un panorama interesante respecto a la posibilidad que la ruta sur pudiese proporcionar un buen camino hacia la cumbre, pero al menos, por aquel momento, esa ruta era, por cuestiones políticas, inviable.
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Eventualmente llegaron al collado sin nombre yendo hacia el oeste por lo que ahora se conoce como el glaciar Pumori y, por lo tanto, el 19 de julio pudieron mirar hacia el oeste y el glaciar Khumbu. No pudieron ver el Collado Sur, pero pensaron que el glaciar Khumbu se veía «terriblemente empinado y roto» y, de todos modos, la caída de 460 metros, desde su collado hasta el glaciar, era un «precipicio desesperado«. Pues bien, ¿Qué estaban viendo Mallory y Bullock para emitir semejante aseveración? Ni más, ni menos, que la cascada de hielo de Khumbu, lo que hoy es el paso más tradicional hacia la cumbre del mundo.
Por lo tanto, cualquier acercamiento a través del collado occidental tendría que ser desde Nepal y por una expedición diferente.
Quedaba aún la posibilidad de llegar al Collado Norte desde el este. Antes de dirigirse en esa dirección, Mallory y Bullock comenzaron a investigar el lugar donde, sin que ellos lo supieran, desemboca en el glaciar East Rongbuk. Tuvieron que restringir su exploración aquí porque llegaron malas noticias de que las fotografías que había tomado Mallory eran inútiles porque había estado colocando las placas fotográficas al revés. (Puede pasar).
Las fotografías fueron vitales como parte del reconocimiento, por lo que durante dos días Mallory y Bullock corrieron y volvieron a tomar tantas como les fue posible. En esta ocasión, Mallory volvió a tomar sus fotografías del «Island Peak», al que subió, probablemente, no de manera total, ya que en los registros históricos, el Island Peak, de 6189m, que lleva también el nombre local de Imja Tse, fue escalado por primera vez, en lo que respecta a su cumbre sudoeste, en 1953 por Tenzing Norgay, Charles Evans, Alfred Gregory y Charles Wylie, junto a siete sherpas, todos integrantes de la expedición británica al Everest que conquistó la montaña; y la cumbre principal en 1956 por Hans-Rudolf Von Gunten y dos Sherpas. En este sentido, inferimos que Mallory escaló el Island Peak no de manera completa, ya que en en el texto que hemos consultado para la elaboración de este artículo, se indica que Mallory escaló el Island Peak, sin otro tipo de aclaración.
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Por su parte, Bullock llegó al Lho La y pudo fotografiar por primera vez la cascada de hielo de Khumbu. El 25 de julio se reunieron con el grupo de Howard-Bury en Chobuk.
Relevamiento de Morshead y Wheeler
Durante este tiempo, Morshead y Wheeler habían inspeccionado 31000 kilómetros cuadrados de territorio desconocido y complejo, elaborando mapas de terreno detallados.
Wheeler realizó un estudio fotográfico de 1600 kilómetros cuadrados. Por su parte Wollaston había recolectado e identificado plantas, aves y animales, y Heron realizó investigaciones geológicas en más de 21000 kilómetros cuadrados y confeccionó un mapa geológico. Los informes de estas actividades aparecieron en el libro de Howard-Bury junto con una descripción del equipo científico y las cámaras que se utilizaron.
Luego, Wheeler, Heron y Howard-Bury llegaron a Nangpa La al oeste del Everest y en la frontera con Nepal. Morshead y Wollaston cruzaron la frontera más al oeste en Lapche, al sur de Lapche La, y llegaron tan al oeste como Nyalam. La prospección geográfica y geológica llegó hacia el norte, hasta el río Tsangpo.
Howard-Bury había estado explorando hacia el este para encontrar una ubicación para un futuro campamento base. Incapaz de cruzar un afluente del Arun, había llegado al distrito de Kharta donde nadie sabía nada sobre el origen de su río local. Como era glacial, Howard-Bury supuso que provenía del Everest y, por lo tanto, sería un buen lugar para un campamento base del este, si fuera necesario. Howard-Bury luego regresó al oeste para realizar más exploraciones y organizar el traslado de toda la expedición a Kharta el 29 de julio.
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El Reconocimiento oriental: el Valle de Kharta al valle de Kama
Ante la sospecha de que el río Kharta fluía desde el Collado Norte, Mallory y Bullock partieron río arriba el 2 de agosto. Al día siguiente, los habitantes locales les dijeron que un río diferente fluía desde el «Chomolungma». Entonces cruzaron un paso de 5500 metros para llegar al valle del río Kama, que corre paralelo, pero al sur. Ahora estaban muy cerca del Makalu, localizado hacia el sur. Delante de ellos, hacia el oeste, pudieron ver al Lhotse y al Everest mientras se acercaban al glaciar Kangshung. Rodeado por tres de los picos más altos del mundo, Mallory escribió sobre el valle de Kama: «Para mí, el paisaje montañoso más magnífico y sublime se puede hacer más hermoso con un toque más tierno; y eso también se agrega aquí». Consideraron que escalar el rostro de Kangshung era imposible, y Mallory señaló: «Otros hombres, menos sabios, podrían intentar de esta manera si lo hicieran, pero, enfáticamente, no era para nosotros».
Se dieron cuenta de que tendrían que regresar al valle de Kharta y para lograrlo subieron el Kartse de 6520 metros el 7 de agosto para poder examinar el Collado Norte y la Cara de Kangshung. Se preguntaban si el glaciar del valle del norte era el que descendía del Collado Norte o si ese glaciar estaba más al norte de nuevo. La cresta noreste del Everest les pareció muy difícil. El Collado Norte y la cresta norte por encima de él eran las únicas posibilidades que quedaban. Bajaron de Kartse a Kama y regresaron al valle de Kharta.
Regreso al valle de Kharta
Mallory enfermó, por lo que Bullock se dirigió hacia el oeste hasta la cabecera del glaciar Kharta el 13 de agosto. Sin embargo, un corredor regresó muy pronto para decirle a Mallory que Bullock había observado que el glaciar terminaba en un paso alto adelante.
Exploraría más, pero parecía que el glaciar del Collado Norte no fluía hacia el este. Bullock regresó y Howard-Bury recibió una carta de Wheeler que mostraba los resultados de su estudio: el glaciar que fluía por el lado este del Collado norta giraba bruscamente hacia el norte y se unía al glaciar principal Rongbuk.
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El tiempo era demasiado corto para regresar a Rongbuk, que ahora parecía claramente el mejor camino hacia el Collado Norte, por lo que decidieron que lo mejor que podían hacer era buscar una ruta hacia el paso que Bullock había visto, al que llamaron Lhakpa La, para ver si se podía llegar al Collado Norte de esta manera. Hacía mal tiempo y el glaciar era traicionero, pero finalmente llegaron al Lhakpa La, de 6.800 metros, el 18 de agosto. Mallory concluyó que la ruta era factible y, por lo tanto, se acordó que se podría concluir el reconocimiento. De esta manera, regresaron al campamento base para un descanso de diez días.
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La ruta del Collado Norte
Mientras Mallory y Bullock descansaban, el campamento base avanzado se estableció a 5300 metros y el campamento II a 6.100 metros, en el glaciar Kharta, y ambos campamentos quedaron desocupados.
El plan era para el campo III en Lhakpa La, IV en el Collado Norte y un campo más antes de la cumbre, aunque resultó que esto era subestimar seriamente las dificultades. Tuvieron que esperar un mes para que terminara el monzón, y el 31 de agosto todo el equipo se trasladó tentativamente al campamento base avanzado.
Tuvieron que permanecer allí hasta el 20 de septiembre, a la espera que el clima mejorara y luego Mallory, Bullock, Morshead y Wheeler partieron con destino a Lhakpa La.
Ahora se reconoció que no se podía llegar al Collado Norte sin un campamento intermedio, por lo que regresaron al campamento II en busca de más suministros para que todo el equipo, junto con veintiséis sherpas, para luego partir nuevamente hacia el campamento III.
A la mañana siguiente, Mallory, Bullock, Wheeler y tres sherpas bajaron al glaciar East Rongbuk mientras el resto del grupo regresaba. Después de una noche muy difícil sobre el glaciar, en condiciones de frío y viento, al día siguiente, 24 de septiembre, el grupo llegó al Collado Norte aunque sin llevar cargas. El terreno en el Collado era bueno para un campamento, pero el viento era extremo y no sería posible avanzar. Descendieron al glaciar donde Mallory y Bullock calcularon que no podrían establecer un campamento en el Collado Norte, ni sobrevivirían a un vivac allí a 7000 metros. Además, los vendavales empeoraban. El 25 de septiembre, el grupo se vio obligado a subir de nuevo al Lhakpa La y el 26 de septiembre toda la expedición atacó todos los campamentos superiores, regresó a Kharta y finalmente llegó a Darjeeling el 25 de octubre sin contratiempos.
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Howard-Bury fue galardonado con la Medalla de Oro del Fundador de la Royal Geographical Society en 1922 por su liderazgo en la expedición.
Conclusión
Antes de que la expedición abandonara el Tíbet, el Comité del Monte Everest se reunió y decidió que se debía realizar un asalto completo a la montaña en 1922, con el general Bruce como líder. Se seguiría la ruta Rongbuk – East Rongbuk – Collado norte, pero en esta ocasión se llevarían cilindros de oxígeno para los escaladores. La expedición de 1921 fue considerada un éxito tanto por los expertos como por el público en general, con un gran número de personas que acudieron a la bienvenida oficial, a casa de la Royal Geographical Society y el Alpine Club en el Queen´s Hall de Londres. Howard-Bury se había convertido en una celebridad.
Hablando sobre el futuro intento de cumbre en su discurso en Queen´s Hall, Mallory fue lo suficientemente duro, diciendo que estaba «muy lejos de una estimación optimista del éxito … Uno o dos escaladores que lleguen a la cima, cada uno tan cansado, e imposibilitado de ayudar al otro, podrían proporcionar una buena copia para la Prensa, pero la actuación provocaría la censura de la opinión razonable «.
Mallory esperaba dejar la enseñanza escolar y convertirse en montañista y escritor. Cuando proporcionó sus capítulos para el libro de la expedición de Howard-Bury de 1922, uno de los cuales lo exponemos de forma completa, a continuación, fue con el claro entendimiento de que le pagarían. Sin embargo, en 1923, tres meses antes de partir en la expedición al Everest de 1924, todavía no había recibido el pago. Cuando presionó al Comité, ellos rescindieron su acuerdo y dijeron que no se le pagaría, pero que, sin embargo, «apreciaron plenamente el valor de sus contribuciones».
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¿Qué nos queda entonces como conclusión respecto a esta expedición de 1921? Bueno, primeramente, una sensación muy fuerte de una tarea verdaderamente titánica, realizada por un puñado de expedicionarios, montañistas y no tan montañistas, en un lapso de seis meses, sobre el mismo escenario, totalmente desconocido hasta el momento.
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Pudieron realizar un relevamiento que no solo contribuyó a futuras expediciones, sino que también brindó un panorama acerca de todas las rutas posibles de acceso a la montaña más alta del mundo, incluida la ruta por la vertiente sur de Nepal.
Mallory, que no era un montañista experto en cuestiones del Himalaya, pudo adquirir todo ese conocimiento necesario, que lo llevaron a ser partícipe de las dos siguientes expediciones, con los resultados ya conocidos.
La expedición al Everest de 1921, de la cual se cumplen ahora cien años, y que estamos conmemorando con este informe, fue ciertamente una de las epopeyas más destacadas y concretas de la historia de conquista de las grandes montañas del Himalaya. De hecho, fue la que dio el puntapié inicial a todo ese período de conquista, que se prolongaría por casi cincuenta años.
Se desarrolló en un territorio absolutamente desconocido, donde solo se contaba con las referencias de la población local. Se llevó a cabo con los elementos que se contaba por entonces, tan distintos a los que nos toca por estos tiempos. Sin vuelos, sin trajes de plumas, todo a pulmón, con un enorme despliegue de equipo y porteadores, una característica muy común en todas aquellas grandes expediciones de conquista, muy distintas a lo que nos toca ver un siglo después.
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Fue el primer acercamiento a ese conjunto superlativo de ochomiles que conforman el epicentro del montañismo mundial: El Makalu, Lhotse, Everest, Cho Oyu y también el Gyachung Kang, que se cuela, impertinente, con sus 7952m, entre los cuatro monstruos que lo rodean, como reclamando parte del botín. Es la decimoquinta montaña más alta de mundo, el más alto de los «no» ochomiles. No podía estar en otro sitio.
La ruta a la cumbre
por George Leight Mallory, 1922
El lector que haya seguido cuidadosamente la historia anterior difícilmente habrá dejado de notar que la ruta que ha sido elegida como la única que ofrece posibilidades razonables de éxito sigue siendo en gran medida una cuestión de especulación. Pero el reconocimiento, a menos que fuera realmente para llegar a la cima, se vio obligado a dejar mucho sin probar, y su valor debe depender de observaciones de diversos tipos y no meramente de la práctica de pisar la nieve y las rocas. En este caso, la especulación se basa en la experiencia de ciertos fenómenos y en el estudio de las características de la montaña; y es relacionando lo que sólo se ha visto con hechos conocidos que se han extraído inferencias.
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Quizás se pueda considerar una desgracia que el grupo de 1921 no se acercara a Chang La por el glaciar East Rongbuk. El Lhakpa La resultó ser un obstáculo mayor de lo esperado. Pero en condiciones como las que esperamos encontrar antes del monzón, este camino tendría mucho que recomendar. Evita toda laboriosa caminata sobre un glaciar seco, y con nieve dura la caminata hasta el paso desde el campamento sobre piedras a 20,000 pies no debe ser excesivamente fatigante.
Aún así, el hecho es que el descenso desde Lhakpa La hasta el glaciar East Rongbuk es de no menos de 1200 pies. ¿No sería mejor seguir este glaciar desde el valle de Rongbuk? La ausencia de madera en este lado no tiene por qué disuadir a la expedición de 1922.
Para ellos habrá suficiente tiempo disponible para proporcionar combustible a su base, y la única consideración debería ser la línea de aproximación más fácil; y aunque nadie ha atravesado toda la longitud del glaciar East Rongbuk, se sabe lo suficiente como para elegir este camino con confianza. Aquí, como en otros glaciares que vimos, las dificultades se encuentran claramente por debajo del límite de la nieve perpetua, y la mayor parte de ellas fueron evitadas o resueltas por Major Wheeler, quien encontró un camino practicable hacia el medio del glaciar en aproximadamente 19,000 pies, y estaba seguro de que la morrena medial que tenía delante le serviría de ascenso y no sería más arduo de lo que habían demostrado ser las morrenas del glaciar West Rongbuk.
La visión de este camino desde el Lhakpa La confirmó su opinión, y aunque puede llamarse una especulación elegirlo, mientras que el camino desde el Este ha sido establecido por el experimento, es una inferencia justa de la experiencia para concluir que la sección no atravesada del glaciar East Rongbuk, una distancia que podría lograrse muy fácilmente en una marcha si todo fuera bien, permitirá un acceso sencillo a Chang La.
La muralla oriental, de unos 300 metros de altura, por la que se debe llegar a la brecha misma, nunca se puede estimar a la ligera. Aquí el reconocimiento ha forjado un vínculo. Pero los que llegaron al puerto no iban cargados de tiendas; y en otra ocasión las condiciones pueden ser diferentes. Puede existir el peligro de una avalancha o la dificultad del hielo. Por lo que vimos este año antes de que el monzón hubiera traído una fuerte nevada, no es de ninguna manera improbable que se encuentre hielo a fines de mayo en la pendiente más empinada debajo de Chang La.
En ese caso, se requerirá mucho trabajo para cortar y mantener reparar una escalera, y tal vez arreglar una barandilla, de modo que los culis cargados, no todos los cuales serán hombres de hielo competentes, puedan ser criados con seguridad.
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La cumbre del monte Everest está a unos 6.000 pies sobre Chang La; la distancia es algo así como 2 millas y la totalidad está inexplorada. ¿Qué motivos tenemos para pensar que las dificultades del montañismo no resultarán insuperables, que en lo que se refiere a la mera escalada la ruta es practicable?
En general, hay que tener en cuenta dos factores: la naturaleza del terreno y el ángulo de inclinación general. Cuando el escalador está confinado a una cresta estrecha y no puede encontrar la manera de sortear un obstáculo, una torre o muro muy pequeño, de unos 20 pies, puede impedir su avance.
Allí el ángulo general puede ser el que más le guste: lo importante para él es que el ángulo sea demasiado pronunciado en un lugar determinado. Pero en la cara de una montaña donde su elección no se limita a un camino estricto y estrecho, el ángulo general es de primordial importancia: si es lo suficientemente suave, el escalador encontrará que puede vagar casi donde quiera para evitar los lugares más empinados.
Mucho antes de que llegáramos a Chang La, el señor Bullock y yo estábamos bastante convencidos de que la pendiente desde aquí hasta el hombro noreste era lo suficientemente suave y que la naturaleza de la cresta mal definida que conectaba estos dos puntos no era tal como elección de ruta a una línea estrecha. Mirando hacia arriba desde el Collado Norte, no aprendimos nada más sobre los ángulos.
Sin embargo, la vista no carecía de valor; confirmó ampliamente nuestra opinión sobre el carácter de lo que nos esperaba. La cresta no es una cresta; su sección es un ángulo redondeado. No está decorado con pináculos, no se eleva en escalones. Presenta un camino suave y continuo, y si las rocas todavía están cubiertas de nieve en polvo, o solo ligeramente rociadas y en su mayor parte desnudas la expedición de 1922 debería poder recorrer un largo camino en todos los eventos sin encontrar ningún obstáculo importante.
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Puede que no sea un asunto perfectamente sencillo llegar a la cresta del noreste por encima del arcén a unos 28.000 pies. El ángulo se vuelve más pronunciado hacia esta cresta. Pero incluso en la última sección a continuación, la elección de una forma no debería restringirse de manera inconveniente. A la derecha del grupo ascendente habrá nieve permanente en varios salientes inclinados, una alternativa fácil a las rocas si la nieve se encuentra en buen estado, y siempre ofreciendo un desvío para evitar un obstáculo.
Desde el Hombro Nordeste hasta la cima de la montaña el camino no es tan suave. La elevación es de solo 1,000 pies en una distancia de media milla, pero la primera parte de la cresta está claramente irregular por varias torres y la última parte es empinada. Mucho dependerá de la posibilidad de escapar de la cresta para esquivar los obstáculos y recuperarla fácilmente.
El lado sureste (a la izquierda subiendo) es terriblemente empinado, y es casi seguro que no sea posible atravesarlo. Pero los salientes inclinados cubiertos de nieve en el noroeste pueden servir muy bien; la dificultad de ellos es su tendencia a ser horizontal en dirección y a divergir de la cresta donde se inclina hacia arriba, de modo que un grupo que había seguido a uno con preferencia a la cresta podría encontrarse cortado por un acantilado que atraviesa la cara por encima de ellos .
Pero de una forma u otra creo que debería ser posible con la ayuda de tales cornisas llegar al último obstáculo. La cumbre en sí es como el extremo delgado de una cuña empujada hacia arriba desde la masa en la que está incrustada. Solo se puede llegar a su borde, con el punto más alto en el extremo más alejado, desde el noreste subiendo un borde de nieve escarpado y romo. La altura de este último obstáculo debe ser de 200 pies. El señor Bullock y yo lo examinábamos a menudo a través de nuestros prismáticos y, aunque no parecía insuperable, cualquiera que fuera nuestro punto de vista, nunca parecía más que empinado.
Para determinar si es humanamente posible escalar a la cima del Monte Everest o cuáles pueden ser las posibilidades de éxito en tal empresa, se deben considerar otros factores además de las meras dificultades del montañismo. Es al menos probable que los obstáculos que presenta esta montaña puedan ser superados por cualquier parte competente si los encontrara en los Alpes. Pero es un asunto muy diferente enfrentarse a tales obstáculos en elevaciones entre 23.000 y 29.000 pies. No sabemos si es fisiológicamente posible a alturas tan elevadas que el cuerpo humano haga los esfuerzos necesarios para elevarse incluso en el terreno más simple. La condición de la expedición de 1921 en septiembre durante los días del asalto no puede tomarse como prueba de que la hazaña sea imposible.
Los largos períodos pasados en los campamentos altos y el impuesto de muchas expediciones agotadoras indudablemente habían reducido la eficiencia física de los sahibs y los culis por igual.
La expedición de 1922, por otro lado, presumiblemente elegirá para su intento un momento en el que los escaladores estén en la cima de su forma y sus poderes dependerán del grado de su adaptabilidad a la condición de gran altitud. Quizás nada fue tan asombroso en el grupo de reconocimiento como la rapidez con la que se aclimataron y fueron capaces de realizar grandes esfuerzos entre los cinco mil y los seis mil metros. ¿Dónde está el límite de este proceso? ¿Continuará la multiplicación de glóbulos rojos para que los hombres se aclimaten mucho más? Hay evidencia suficiente para demostrar que pueden existir lo suficientemente cómodas, comiendo y digiriendo comidas abundantes y conservando una sensación de vitalidad y energía hasta 7.000 metros.
Puede ser que, después de dos o tres días pasados tranquilamente a esta altura, el cuerpo se ajuste lo suficiente como para soportar la diferencia aún mayor con la presión atmosférica normal de 6.000 pies más alta. En cualquier caso, una prueba práctica por sí sola puede proporcionar la prueba en tal caso. Los experimentos llevados a cabo en un laboratorio poniendo a un hombre en una cámara sellada y reduciendo la presión, digamos, a la mitad de una atmósfera, por valiosos que sean cuando se relacionan con las experiencias de los aviadores, no pueden establecer nada para los montañistas; porque dejan fuera de cuenta el importantísimo factor fisiológico de la aclimatación.
Pero, en cualquier caso, es de esperar que los esfuerzos por encima de los 23.000 pies sean más agotadores que los que se realizan en elevaciones más bajas; y bien puede ser que la naturaleza del suelo ponga la balanza en contra del escalador. Para él es muy importante que pueda respirar con regularidad, la exigencia de sus pulmones a lo largo de la cresta final no puede dejar de ser una tensión terrible, y algo así como una pelea por algún obstáculo empinado que interferiría con la regularidad de su respiración. Podría resultar ser una prueba más allá de sus fuerzas. Para superar estas dificultades respiratorias, a menudo se ha recomendado el uso de oxígeno y el Dr. Kellas, realizó experimentos que continuarán en 1922.
Aun así, seguirá existiendo la dificultad de establecer uno o quizás dos campamentos por encima de Chang La (23.000 pies). De ninguna manera es seguro que exista un lugar por encima de este punto en el que puedan instalarse las tiendas. Quizás la expedición se las arregle sin tiendas de campaña, pero de esa manera no se logrará una gran economía de peso; aquellos que duerman a una altura de 25.000 o 26.000 pies tendrán que recibir generosamente cosas calientes.
Probablemente se tendrán que transportar unas quince, o al menos doce cargas desde Chang La. No se espera que haya oxígeno disponible para este propósito, y la tarea, cualquiera que sea la organización que se proporcione, será severa, posiblemente más allá de los límites de fuerza humana.
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Además, otro tipo de dificultad pondrá en peligro las posibilidades de éxito. Es posible que dos hombres luchen de alguna manera para llegar a la cima, sin tener en cuenta cualquier otra consideración. Es un asunto diferente escalar la montaña como lo harían los montañeros. Por supuesto, los principios, consagrados en el Alpine Club, deben respetarse en la ascensión al monte Everest.
La expedición debe mantener un margen de seguridad. No debe ser una empresa loca impulsada precipitadamente sin importar el peligro. La aceptación mal considerada de todos y cada uno de los riesgos no forma parte de la esencia del coraje perseverante.
Una empresa de montañismo puede mantener la cordura y el buen juicio y seguir siendo una aventura. Y de todos los principios por los que nos apoyamos, el primero es el de la ayuda mutua. ¿Qué se puede hacer por un hombre que está enfermo o anormalmente exhausto en estas grandes altitudes? Sus compañeros deben asegurarse de que lo bajen a la primera oportunidad y con una escolta adecuada; y la obligación es la misma ya sea sahib o coolie; si le pedimos a un hombre que lleve nuestras cargas a la montaña, debemos cuidar su bienestar cuando lo necesite. Se puede dar por sentado que tal necesidad surgirá e interferirá muy seriamente con cualquier organización, por muy ingeniosa y cuidadosamente que se organice.
En general, se puede decir que para el éxito se requiere un factor más allá de todos los demás. Hay demasiadas posibilidades en contra de los escaladores; demasiadas contingencias pueden volverse contra ellos. Cualquier cosa como una avería del transporte será fatal; la nieve blanda en la montaña será una defensa inexpugnable; un viento fuerte hará retroceder al más fuerte; incluso un asunto tan pequeño como una bota ajustada a una cortina demasiado ajustada puede poner en peligro el pie de un hombre e involucrar a todo el grupo en retirada. Los escaladores deben tener sobre todas las cosas, si quieren ganar, buena fortuna y la mayor buena fortuna de todas para los montañistas, un constante espíritu de bondad en el mismo Monte Everest, el olvido durante bastante tiempo de sus estados de ánimo más crueles; porque debemos recordar que la más alta de las montañas es capaz de severidad, una severidad tan terrible y tan fatal que los hombres más sabios hacen bien en pensar y temblar incluso en el umbral de su gran esfuerzo.
Bibliografía
Mount Everest The Reconnaissance, 1921″ – Charles Howard-Bury, 1922
Pull-Everest, Canadian Geographic, The Royal Canadian Geographical Society, 2021
Everest, A reconnaissance, Royal Geographic Society, 1922
1921 British Mount Everest Reconnaissance Expedition, Wikipedia