Nota original por Grayson Schaffer para Outside Magazine.
Traducción, arreglos y agregados por Carlos Eduardo González para Alpinismonline Magazine
Foto de portada cortesía Alpinist.com
Cuando Reinhold Messner y Peter Habeler subieron el Monte Everest en 1978 sin la utilización de oxígeno suplementario rompieron una de las últimas barreras del rendimiento humano y desataron infinidad de repercusiones que perduraron inexorablemente a través de los años. Recién hoy en día podría decirse que tal hazaña pudo haber sido posible, pero vista desde la perspectiva actual. Definitivamente inaceptable desde la de hace cuarenta años.
Por aquél entonces, el propio Tenzing Norgay no compró el logro. Ni él ni los sherpas que trabajaron en aquel Everest de 1953 cuando Tenzing y Hillary derrotaron a la mole inexpugnable. Fue todo demasiado rápido. Imposible para hacerlo con oxígeno embotellado, mucho menos aún sin él.
El hecho fue que el italiano Reinhold Messner de 33 años y el austríaco Peter Habeler de 35 alcanzaron la cumbre del Monte Everest el 8 de mayo de 1978 sin la utilización de oxígeno suplementario y en un tiempo prácticamente inadmisible para los parciales que emplearon entre los distintos puntos específicos que detallaremos a continuación.
Ellos afirmaron que aquel día alcanzaron la cumbre del Monte Everest a 8848m desde el Campo 4, montado sobre el Collado Sur a 7905m en un tiempo algo inferior a ocho horas, para permanecer en la cumbre quince minutos y luego regresar al punto de partida en el Collado sur en un tiempo de una hora desde la cumbre para Habeler y una hora cuarenta y cinco minutos para Messner.
Habitualmente se insumen entre doce y catorce horas para todo el trayecto, incluido un tiempo breve en la cumbre utilizando oxígeno suplementario, que como ya es sabido, tiene la facultad de limpiar la mente, calentar el cuerpo y alimentar las piernas con su sutil y delicado estímulo guardado en una botella.
Cuando ambos escaladores regresaron al C4, allí estaba el camarógrafo británico Eric Jones quien de inmediato se comunicó con el campo base e informó: "Hay algo mal aquí. Regresaron demasiado pronto". Unos días después, el 17 de Junio en una nota concedida a Reuters Tenzing y otros sherpas dijeron al reportero que tenían serias dudas acerca del logro.
De hecho no se puede culpar a Tenzing de su incredulidad. Consultados algunos expertos como por ejemplo el caso de Adrian Ballinger, él también afirmaba que esos tiempos eran bastante difíciles de creer.
Pero lógicamente los protagonistas esperaban las repercusiones. De hecho tomaron algunas precauciones, como dejar en la cumbre algunos testimonios como ser una pila agotada de la cámara por parte de Messner y un pedazo de cuerda atada a un viejo trípode. Pero bueno, eso certifica la cumbre, pero no dice nada respecto a la no utilización de oxígeno suplementario.
Ciertamente en este sentido, no fue mucho lo que pudieron hacer. Habeler afirma que hubiese permitido realizarle un chequeo y Messner solo se limitó a criticar a Tenzing y otros escépticos. "No pueden entender que alguien ha hecho algo que ellos no pudieron".
Más allá del gran logro, del cual mucho más no se puede desentrañar, lo cierto es que ese hecho en sí fue el desencadenante de una relación entre Messner y Habeler que iba en camino de desintegrarse desde el mismo momento en que se estableció.
Muy sutilmente, Maurice Isserman, historiador del Hamilton College y gran entendedor del Himalaya, dijo en su momento respecto a esta cordada, que tanto Messner como Habeler hicieron dos ascensiones en solitario y sin oxígeno suplementario.
La diferenció claramente de otras que hicieron historia en el montañismo mundial, como la de Hillary y Tenzing, o la de Horbein y Unsoeld, por citar algunas.
Para fines de los años setenta, los escaladores empezaron a juzgar los logros a través de las montañas que subían, no de la complejidad de la ruta y el estilo empleado. En 1963, Horbein y Unsoeld completaron la via Everest West Ridge utilizando oxígeno pero a través de un acercamiento rápido y ligero. Durante la década siguiente fueron las expediciones masivas las que empezaron a tomar protagonismo, pero sin prescindir del oxígeno suplementario.
Messner y Habeler fueron los principales representantes en lo que se refiere a prescindir de aquel preciado aire embotellado. Fueron los que dieron el puntapié inicial, a pesar de todas las dudas y controversias que pudieron haber caído sobre ellos. Eran considerados los "gemelos terribles" pero nada más distantes entre sí, las facetas de ambos escaladores.
Messner de un aspecto mas desalineado, pelo largo, barba desprolija; Habeler de cabello corto, siempre alineado, una presencia totalmente opuesta. Messner recientemente divorciado; Habeler subió al Everest con una foto de su esposa y su pequeño hijo. Hasta ese punto eran diferentes.
Habeler, que cumplirá 77 años en julio, es un introvertido en comparación con Messner, que es famoso por su impetuosa y descomunal personalidad. "Su signo de nacimiento es Virgo, le gusta brillar. Soy un Cáncer que se arrastra de nuevo en su caparazón ", escribió Habeler en Lonely Victory. "No somos amigos en el sentido habitual de la palabra", continuó. "No somos compinches. Rara vez nos hablamos de nuestra vida privada."
Arrancaron juntos en 1965 con la Tofana di Rozes, en los Dolomitas cerca de Cortina, Italia, ambos para entonces de 22 y 20 años, forjaron un enlace de escalada que duraría 13 años. Eran principalmente escaladores de roca con nervios de acero. A principios de 1969, Messner y Habeler se unieron a una expedición a los Andes e hicieron la primera ascensión de la cara oriental del Yerupaja (6635m) en Perú. Ese fue su primer logro en gran altitud.
Messner inmediatamente fue por más, y en 1970 firmó con la expedición alemana de Karl Maria Herrligkoffer para subir a través de la cara de Rupal del Nanga Parbat. Habeler no pudo unirse a él, por lo que el hermano menor de Messner, Günther, fue en su lugar.
El 27 de junio de 1970, Reinhold Messner y su hermano Günther alcanzaron la cumbre. Reinhold pasó a convertirse en el mayor alpinista visionario y consumado de la historia. Günther nunca volvió a casa. Ese hecho se convirtió en el momento definitorio de la vida y de su carrera. La tragedia, y las acusaciones de que había puesto en peligro a su hermano, le persiguieron durante décadas, mas allá de perder siete dedos en esa experiencia.
En 1974, Messner y Habeler consiguieron la cara norte del Eiger de Suiza en sólo diez horas, aproximadamente la mitad del tiempo que el récord anterior. Al año siguiente el Gasherbrum I sin utilizar oxígeno suplementario, porteros, o la tradicional táctica de estilo de establecer y almacenar una serie de campos. Esta nueva técnica fue traída de los Alpes y se la llamó estilo alpino, tal como se la conoce hoy en día. Un nombre que se ha convertido desde entonces en la ética de la aspiración en el mundo de la escalada. Subir montañas es una cosa, pero llamar a ti mismo como alpinista es reclamar un estándar más alto. Messner no inventó la frase, pero la codificó en el manifiesto de 1971 de la revista Mountain "The Murder of the Impossible".
En 1975, luego del Gasherbrum, surge la idea del Everest sin oxígeno. A lo largo de los años, se ha hecho mucho de la idea de que escalar el Everest de esta manera era considerado fisiológicamente impensable. Como dijo Messner a National Geographic en 2006, "Era como ir a la luna sin oxígeno, ¿cómo es posible? Y en Alemania, profesionales de la medicina afirmaban que podían demostrar que no era posible ".
Durante el invierno de 1960-61, Edmund Hillary dirigió a un equipo de científicos a Nepal en una expedición multipropósito para estudiar la fisiología humana en altitud. Diez científicos pasaron más de seis semanas midiendo sus funciones corporales dentro de un laboratorio de madera contrachapada a 5790m. El equipo descubrió que la presión barométrica en el Himalaya es más alta de lo que cabría esperar, lo que significa que el Everest, a 8848m, tiene una altitud efectiva más cercana a 8380m. Para Messner y Habeler entonces, era posible.
En 1920, cuatro años antes de que Mallory e Irvine desaparecieran en el Everest, el químico y escalador escocés Alexander Kellas había hecho una predicción sobre el efecto de la montaña en la fisiología humana. Usando datos rudimentarios para el intercambio respiratorio del cuerpo, fue capaz de calcular, como escribió en un artículo que no se publicaría hasta 2001, que "a 8800m, en terreno moderadamente fácil, un hombre en buen entrenamiento podría esperar poder subir de 90 a 105m por hora sin oxígeno suplementario. Esa cifra resultó ser razonable, al igual que su afirmación de que "el ascenso con oxígeno debería ser relativamente fácil. Tal vez en un futuro lejano, los jóvenes puedan probar su valentía en la cumbre más alta del mundo ".
Durante la primavera anterior al ascenso de 1978, Leo Dickinson y Messner habían estado en Katmandú, donde contrataron un avión propulsor monomotor para volar alrededor de la cima del Monte Everest a 9000m. Dickinson y el piloto usaron oxígeno, pero Messner se sentó en el avión sin máscaras. "Sus labios se tornaron cian", recuerda Dickinson, "y sus ojos se estrecharon. Lo curioso era que no podías evitar que hablara."
En las imágenes, Messner se sienta allí conversando. "Volar a unos 9000m sin oxígeno, eso no es una prueba de que podamos ir con nuestras fuerzas por encima de la cima del Everest sin oxígeno", dice en el documental de Dickinson. -Fue solo una prueba de que podemos quedarnos allí sin morir.
Cuando Messner y Habeler llegaron a la cumbre en 1978, solo 59 personas habían alcanzado ese logro. Solo en 2017 más de 600 lograron la cumbre, y muchos de ellos sin oxígeno suplementario.
Sin lugar a dudas estamos hablando de otro Everest y mucho más aún de otro tipo de escalador.
Al igual que ahora, salvando las distancias, el Everest para entonces era visto como una montaña masificada. Por aquel entonces el gobierno de Nepal solo permitía una expedición a la vez en el campo base y los permisos se tramitaban con años de antelación. Así, Messner y Habeler se unieron a una expedición de 1978, dirigida por Wolfgang Nairz, guía y empresario de Innsbruck, que intentaba poner a los primeros austríacos en la cumbre. Pero vaya paradoja, los grandes protagonistas de la misma ¡eran Messner y Habeler!
Los dos habían obtenido fondos adicionales de la revista alemana Geo y trajeron a Dickinson y al camarógrafo Eric Jones. La subida fue un gran problema en la comunidad de montañismo y en Austria, pero no fue un evento mediático mundial. Debido al anonimato relativo de Messner y Habeler en Gran Bretaña, Dickinson luchó para que sus productores británicos firmaran. En los Estados Unidos, eran virtualmente desconocidos.
El dúo llegó a Nepal en marzo, y cuando llegaron al CB el primer orden de trabajo fue encontrar una ruta a través de la cascada de hielo de Khumbu. Habían acordado abandonar los métodos alpinos en esta parte extremadamente peligrosa de la montaña, optando en cambio por el enfoque tradicional de los austriacos. Messner y Habeler dirigieron personalmente el camino hacia la cascada de hielo, con sherpas llevando escaleras de aluminio para crear puentes sobre los abismos, lo tradicional.
El día de cumbre
A las 3 de la mañana, desabrocharon sus bolsas y comenzaron a derretir agua. Messner empujó los muñones de sus pies en las botas. A las 5:30 salieron, dejando al camarógrafo Jones aún dormido en la tienda. Llevaban piolets, capas adicionales, una cuerda y un equipo de grabación, de no más de ocho libras cada uno. Dejaron el oxígeno de emergencia con Jones. Habeler dudaba de que lo lograrían. "Yo estaba letárgico, mis pies eran como plomo, y no tenía unidad en absoluto", dijo más tarde.
El primer indicio de luz del día reveló cielos cubiertos y aguanieve. Messner estaba horrorizado. Parece que estamos golpeados, recordó. Pero continuaron, apenas hablando para conservar energía.
"Estábamos tan cerca el uno del otro como dos personas pueden estar", Habeler escribió sobre este tramo. Cada hombre describía una especie de vínculo espiritual en el que podían leer la mente del otro tan claramente como si estuvieran teniendo una conversación. Alcanzaron el último campo de los austríacos, a 8500m, a las 9.30. Todavía trepaban por una raya blanca, deteniéndose cada 10 ó 20 pasos para doblar y jadear para respirar.
En este punto, Messner se detuvo y pasó media hora haciendo té, lo que parece escandaloso en el contexto de su tiempo global. Como Messner lo recuerda, él y Habeler usaron el descanso para discutir el mal tiempo y sus escasas posibilidades. Habeler cree que la conversación sucedió casi telepáticamente, sin palabras reales.
Alrededor del mediodía traspasaron la cumbre sur. El Everest "parecía una isla elevada rodeada por un mar de nubes" decía Habeler. "Fue un momento increíblemente emotivo. El Tíbet cubierto totalmente por una densa niebla y las cumbres del Makalu, Lhotse y Kanchenjunga apenas visibles".
En la Cumbre Sur se ataron con un cordón de 15 metros, anudándolo alrededor del estómago. Messner encabezó el paso por el escalón Hillary para poder filmar a Habeler. Habeler dijo luego que tuvo una experiencia extracorpórea en este punto. Finalmente alcanzan la cumbre a la 1:15 de la tarde. Messner y Habeler habían promediado casi 120m por hora.
"Subí hacia él y todo lo que recuerdo es que empecé a llorar. Como un niño pequeño ", dijo Habeler. Pero la reflexión más citada en la cumbre proviene del libro de su compañero. "En mi estado de abstracción espiritual", escribió Messner, "ya no pertenezco a mí ni a mi vista. No soy más que un solo pulmón estrecho y jadeante, flotando sobre las nieblas y las cumbres."
Cuando Habeler llegó a la Cumbre del Sur en el descenso, punto en el que podía comenzar a descender rápidamente hacia el collado sur, se sentó y se deslizó, lo que le permitió moverse rápidamente y con poco esfuerzo. Era un lugar increíblemente peligroso para deslizarse. Si hubiera tomado un poco más de velocidad, no podría haber controlado su caída.
En determinado momento, un pedazo de nieve-hielo se desprendió por debajo de él. De inmediato empezó a correr. "Al mismo tiempo cubría mi boca mientras esperaba que la nieve se detuviera". Desde el campamento, Eric Jones vio a Habeler ser arrastrado y pensó que ese era el fin. Pero unos minutos más tarde, Habeler llegó rengueando al campamento, con sangre en su frente, y declaró que él y Messner habían alcanzado la cumbre. Eran las 14:30, increíblemente una hora después de haber abandonado la cima.
Messner por su parte siguió el camino de Habeler, maravillándose del método utilizado por su compañero.
Esa noche Messner experimentó una ceguera producto de haberse quitado varias veces las gafas para filmar a su compañero. Pensó que había tenido algún problema cerebral por no haber utilizado oxígeno. De allí en mas Habeler cuidó de el hasta el fin de la expedición. El propio Reinhold temió por no poder salir de la montaña.
Pasado ya algún tiempo, el revuelo por el uso o no de oxígeno ya se había calmado. El hecho de que los contenedores de emergencia de la pareja se encontraron llenos del gas ayudó a reforzar su testimonio. También lo hicieron sus compañeros de expedición. Mentir acerca usar oxígeno extra habría requerido la complicidad de todos los otros miembros de la expedición.
En lo que refiere a Messner, sus subsiguientes ascensiones sin oxígeno dejarían poca duda de que era un alpinista diferente a cualquiera que hubiera ido antes que él.
Pero ese fue precisamente el final de la relación Messner-Habeler. El disparador fue el libro de Habeler. En este sentido, Dickinson dijo que "El pastel podía haber sido cortado de distintas maneras. Habeler se conformaba con algo menos que la mitad, pero Messner quería mucho mas".
Messner dijo por su parte que no estaba enojado con Habeler por lo que dijo en su libro, ya que él no lo había escrito, sino que lo hizo un tercero que no sabía nada de montañismo y que escribió un montón de cosas que lo perjudicaban. "Un relato de una expedición no es una novela. Por lo tanto, nunca se puede dar una cuenta auténtica, y mucho menos escribirla por alguien que no estaba presente ".
En definitiva, Messner pasó a ser el gran protagonista de todos los logros en común. Los propios allegados y amigos de Habeler le preguntaban por qué permitía eso.
Pasaron muchos años para que la relación se reestableciera. Desde entonces, los dos han resuelto sus diferencias. Y aunque ya no puedan escalar juntos, por lo menos han reparado su amistad.
"Tenemos que dejar claro que el distanciamiento entre Messner y yo, era una pequeña cosa de mierda", dice Habeler. "Al principio estaba infeliz", enfatizó Messner. "Ahora tenemos una relación perfecta."
"En mis recuerdos, el Everest y Peter estarán por siempre", dijo Messner en 1978. "Y nada va a cambiar eso".
Por su parte Habeler concluye: "Tenemos una botella de vino y hablamos de los viejos tiempos. Y creo que esto es bueno."
Fuente: Grayson Schaffer en nota para Outside Magazine, Septiembre 2017
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