
En los últimos diez años, el cuadro de peligrosidad en ochomiles, ha cambiado sustancialmente. Analizamos los posibles factores y como es la situación en estos tiempos.
Por Carlos Eduardo González – Redacción Alpinismonline
Foto de portada: Nanga Parbat desde la vertiente del Diamir – Crédito Tahsin Anwar Ali
Revisando algunos informes en este sentido, realizados hace algunos años, podemos inferir que la situación en estos últimos tiempos, respecto a lo que podríamos denominar “criminalidad” de las catorce montañas con más de ocho mil metros, ha cambiado. No radicalmente, pero si en algunas posiciones de un “ranking”, que podríamos elaborar con algunas cifras que me he tomado el trabajo de recopilar en estos últimos días.
Revisaba como dije, aquellos informes, principalmente dos de ellos, que hablaban del K2, publicado en 2010, y del Annapurna, en el mismo año, con cifras suministradas por aquel entonces, por la Himalayan Database, y el sitio 8000ers.
Ahora, en enero de 2025, con la fuente para los ochomiles de Nepal, basada íntegramente en la base de datos del Himalayan, con su tarea tan solemne, creada por Elizabeth Hawley, ahora dirigida por Billi Bierling, y la tan amable ayuda de la IA para el resto de los ochomiles de Pakistan y China, algunos valores han cambiado.
Por aquel entonces, el Annapurna y el K2 se disputaban el tan temerario trofeo de ser el más letal. Hoy, el Nanga Parbat, claramente los ha superado.
Vamos a ver entonces, el ranking, desde el más letal, al menos, donde mostramos la cantidad de ascensos la cantidad de fallecimientos, y el consecuente indicador de mortalidad:

El Nanga Parbat, con un 20.7% de mortalidad, está superando ampliamente al Annapurna, que ha pasado al segundo puesto, seis puntos por debajo. El K2, que hace quince años disputaba el tope de esta tabla, sorpresivamente fue superado por el Dhaulagiri.
El Kangchenjunga ha descendido también superado también sorpresivamente por el Shisha Pangma, aunque este dato yo lo tomaría con cuidado, recordemos que el Shisha Pangma es el único de los catorce que se encuentra íntegramente en territorio chino, y la información suministrada por este país, es siempre muy limitada, y cubierta con cierto halo de sospecha, con lo cual, por ahora dejamos al Shisha Pangma allí, con reservas.
De todas maneras, este no es el punto importante, lo importante, está, a mi entender, en los primeros lugares, y el enorme salto que dio el Nanga Parbat, en especial en la última década.
Los cambios en la segunda mitad de la tabla, no han sido importantes, ni relevantes. El Everest, la montaña más alta del mundo, con 12884 ascensos oficialmente registrados, y 326 fallecidos, está cómodamente, en el undécimo puesto. Eso no implica que lo cataloguemos entre las mas accesibles de los ochomiles. Hay un factor oculto allí, que contribuye, a mi humilde entender, en todas cifras que podemos visualizar en la tabla precedente.
El Everest cuenta con una cualidad que no tienen el resto de los ochomiles, excepto el K2 y el Kangchenjunga, que se les aproximan un tanto. Y es su altura extrema. El Everest tiene una altura precisa: 8848m que se sitúa exactamente en el límite de la resistencia humana. Si tuviese doscientos metros más, otra sería la historia.
Pareciera como que la naturaleza, concienzudamente, esculpió al Everest para probar la destreza del ser humano, sus capacidades, y por sobre todas las cosas, sus egos.
Pero mencioné un par de párrafos atrás, a una cualidad oculta, que ha influido en todas estas cifras, y en que el Everest, esté en ese hipotético undécimo puesto. A mi entender, debiera estar algo más arriba.
Hice hincapié también, que es una opinión personal, vamos a desarrollarla ahora. Ese factor, esa cualidad oculta, son las expediciones comerciales. Veamos como influyen en todo esto.
En los últimos quince años, han explotado, muy especialmente en Nepal. Muchos escaladores sherpas, antes empleados de expediciones comerciales profesionales, en su casi totalidad extranjeras, vieron que tenían la oportunidad, con sus conocimientos y condiciones fisiológicas, de desarrollar sus propias empresas.
Comenzaron en la década pasada, a explotar casi exponencialmente, ofreciendo servicios mucho más convenientes, económicamente hablando, al extranjero que deseaba desesperadamente inscribir su nombre en la lista de los que habían alcanzado la cumbre del mundo.
Y ofrecieron servicios que competían e inclusive mejoraban sustancialmente las ofertas de aquellas empresas extranjeras surgidas en la época del mismísimo Robert Hall.
La consecuencia de todo ello, fue una mayor accesibilidad para llegar a la cumbre más alta del mundo, con una diversidad de condiciones de capacidad para todos los gustos. Nos encontramos entonces, con empresas locales gerenciadas por profesionales, otras por aventureros, y otras más, por verdaderos kamikazes.
Así se llegó a esta magnífica cifra de 12884 ascensos, la mayoría logrados en la última década. Algunos de esos ascensos, satisfactorios, otros complejos, y otros tantos traídos de los pelos, con consecuencia para la vida de los clientes, en su mayoría desbordantes de ego, y muy poco conocimiento de lo que es subir una montaña.
Mientras tanto, las empresas internacionales, siguieron su camino, con clientes más preparados, en la mayoría de los casos, y con billeteras inexorablemente más abultadas. Pero bueno, el Everest, es un mal necesario, y llegar hasta allá arriba, tiene su precio. El que está dispuesto a pagarlo, que lo haga, eso no es objetable.
Con el correr de las temporadas, esa actividad destinada en un primer momento al Everest, fue evolucionando hacia otros ochomiles, los más próximos, los más cercanos, en lo posible los menos complejos, pero eso no era un factor relevante. El factor relevante es el prestigio que puede darle a la persona, el nombre de la montaña. ¿Qué quiero decir con esto? Que no es lo mismo subir un Manaslu, que subir un Annapurna. De la misma forma que no hay nada comparable a subir un Everest.
Fue así que la actividad de esas empresas comerciales, también se replicó en montañas como el Annapurna, el Dhaulagiri, el Manaslu, aunque ya estaban en este último, etc, etc.
Hace algo más de diez años, el Annapurna era el más letal de los ochomiles, seguido de cerca por el K2, que tuvo también una “fiebre” de expediciones comerciales, desde hace unos cinco años. Esas empresas comerciales nepalíes, se aventuraron fuera de sus fronteras, y llegaron a Pakistan, colaborando con una bastante incipiente oferta local, y poniendo al K2 en escena. No todas llegaron. Muy probablemente las de mayor capacidad, por ende, “seguridad”, sin que esto signifique la “panacea”, en términos de seguridad.

Así, el K2 se convirtió rápidamente en el segundo “Everest”, y hoy, en plena temporada, podemos ver también “filas” de pretendientes a la cumbre, en una pared casi vertical por donde se la mire.
O sea, dicho en otras palabras, la actividad se fue propagando, desde el Everest, hacia otros ochomiles. Pero el Nanga Parbat, no se toca.
No es fácil aventurarse al Nanga Parbat. Y hay varios factores también aquí. Es la única apartada del centro de ochomiles que circunda el área de Concordia donde habitan los restantes ochomiles de Pakistan, entre otros factores.
El factor principal, quizás, si lo comparamos con el Annapurna por ejemplo, es que su ruta normal, la ruta de la vertiente del Diamir, es muchísimo más compleja que la ruta normal del Annapurna. Dejamos fuera por supuesto, la cara Rupal del Nanga, y la sur del Annapurna, que son rutas nivel Dios.
El Nanga Parbat, y el Annapurna, son las dos montañas, a mi entender, que siempre van a estar al tope de estas estadísticas. Solo el K2 se les puede aproximar en complejidad.
Son dos montañas, podríamos decir tres, si incluimos al K2, que no estan reservadas para el turismo de montaña. El Nanga Parbat solo admite escaladores experimentados, profesionales dicho en otras palabras.
Lamentablemente, el K2, hoy en día, se ha llenado de turistas. Algo similar está sucediendo con el Kangchenjunga, que siempre estuvo en el top 5. Hoy aparentemente superado de manera absurda, por un Shisha Pangma.
El montañista español Alberto Iñurrategi (14×8000) alcanzó la cumbre de Annapurna el 16 de mayo de 2002, en compañía del francés Jean-Christophe Lafaille a través de la ruta E Ridge – N Face traverse. Alberto decía en relación al Annapurna:
«Es una montaña con una estructura muy compleja, con glaciares y paredes muy verticales. Por la ruta convencional ya es difícil y peligroso y por las demás es más sencillo, pero encierra otros riesgos difíciles de controlar. Pero no sólo sus características geográficas dificultan el trabajo, sino que el viento te puede llevar a 90 grados bajo cero y no tienes protección, a menos que puedas dirigirte hacia la cara norte».
La cara sur del Annapurna es una mole que sobresale por sobre la geografía circundante. Sobre ella impactan de lleno los vientos procedentes del sud-sud este, de la región del Golfo de Bengala, desde donde va avanzando todos los años para la fecha en que se alcanzan las cumbres en plena temporada de Himalaya el tan temido Monzón, que pone un freno inexorable a la temporada estival y literalmente la parte en dos.
Cuenta con una vertiente sur totalmente expuesta que contiene toda la furia de los vientos monzónicos a partir de la segunda mitad de Mayo. Una verticalidad que potencia los peligros al exponer a dicha pared al constante riesgo de avalanchas.
Similar efecto climatológico, afecta al K2, al Nanga Parbat, y al resto de los ochomiles del Karakoram, pero mencionamos a estos dos, porque por su dificultad, son los más complejos.
El Monzón proveniente del sudeste a la altura del Karakoram, choca contra los grandes gigantes de más de siete mil metros. Allí se encuentra con el aire cálido y seco que baja del desierto de Taklamakán y produce las precipitaciones.
La cordillera en consecuencia absorbe el golpe del Monzón que es un poco menor en cuanto a intensidad que el sufrido en el Himalaya, pero que también tiene un factor que el Himalaya cuenta en menor medida. La posición geográfica localizada entre ocho y diez grados más al norte o sea, más hacia el frio.
La ciudad de Katmandú, capital de Nepal se encuentra al sur del Himalaya. El 82% de las precipitaciones anuales que recibe esta ciudad se producen durante el período del Monzón. La localidad de Namche Bazaar, punto de acceso al monte Everest en el ingreso del Parque Nacional Sagarmatha recibe el 90% de sus precipitaciones en la misma época y también está al sur del principal cordón de la cordillera del Himalaya. Si ahora nos empezamos a mover un poco hacia el este vemos que la ciudad de Nueva Delhi recibe el 84% de las precipitaciones anuales durante el Monzon. Ahora seguimos avanzando y giramos desde Delhi hacia el norte en dirección al Karakoram.
En los territorios indios de Kachemira se encuentra el poblado de Leh, allí el 44% de sus precipitaciones son durante el Monzón. Y un par de casos mucho mas gráficos: La localidad de Gupis, en Pakistan recibe el 44% durante la temporada monzónica y la localidad de Chilas el 25% aunque ambas se encuentran a poca distancia entre si. ¿Cuál es la razón de esta diferencia entonces si no distan mucho una de otra?. Una pregunta que tiene respuesta y esa respuesta se llama Nanga Parbat. El Nanga de 8125m se encuentra al oeste de Gupis y al este del Chilas o sea se interpone entre ambas localidades y en consecuencia su pared este sud este recibe toda la dura influencia del Monzón, y lo detiene.

De esta manera, el frío es mayor en el área del Karakoram, respecto al Himalaya nepalí. El Nanga Parbat juega un papel fundamental en la climatología de la región, y sus paredes reciben toda la influencia del Monzón en la temporada de precipitaciones, que a esa altura, es en forma de nieve.
Para concluir, la menor actividad en el Nanga Parbat, debido a estos factores que hemos mencionado y enumerado, hacen que hoy, diez años después, avance al primer lugar en peligrosidad, que en realidad no se debe a factores propios de la geografía o climatología, ya que la primera es la misma, y la segunda, puede variar pero de manera limitada.
El factor principal es la actividad humana. El propio ser humano, llámese en este caso montañista, escalador, y sus propias ambiciones, son las que forjan este escenario que coloca al Nanga Parbat, promediando la tercera década de este siglo, en el primer sitio en cuanto a peligrosidad.