
Por Carlos Eduardo González | Redacción Alpinismonline
Más allá de la contribución en lo que se refiere a los aspectos de comunicación, por parte de uno, y turismo, por parte del otro, el Ferrocarril Trasandino y el Hotel de Puente del Inca, contribuyeron a impulsar el desarrollo de los deportes de montaña, no solo en su área de influencia, sino que proyectaron esa actividad a toda la región de los Andes Centrales, ya que aportaron la infraestructura necesaria para que tal desarrollo encontrase los medios necesarios para su evolución.
Principalmente el desarrollo se focalizó en toda el área de influencia del Aconcagua, que ya de por si traía el enorme peso de ser la montaña más elevada de América y del mundo fuera del Himalaya, y por sobre todo, debido a la cercanía. El primero de los factores constituyó un atractivo muy fuerte para aquellas personas que ya practicaban la actividad en el viejo mundo, el simple hecho de contar con un medio de transporte que los dejaba al pie de la montaña, con el agregado de un Hotel de montaña que podía proveerles de todos los servicios.
En síntesis, una persona podía alojarse en el Hotel, y en tan solo cuatro días estar en la cumbre de la montaña más alta de América.
Los orígenes
Pero al hablar del desarrollo de los deportes de montaña, es importante destacar que esta actividad, a diferencia de Europa, no tuvo sus orígenes de manera local, sino que fue impulsada precisamente por representantes del viejo continente que, de la misma manera que en la conquista, importaron estas
costumbres desde sus tierras de origen.
En este sentido entonces, encontramos una importante diferenciación con Europa, en lo que respecta al desarrollo del montañismo. Lo que no quiere decir que en épocas precolombinas no se haya practicado. Sabemos que algunos pueblos originarios lo llevaron a cabo pero en un sentido religioso. El impulso claramente vino desde afuera.
El cómo se dio la consecución del desarrollo de esta actividad en nuestras tierras, tiene sus orígenes al menos cinco siglos atrás, en el viejo continente por supuesto. Allí Antoine de Ville seigneur de Domp Julien alcanzó la cumbre del monte Agujas, de tan solo 2097 metros en el año 1492, bajo la orden del Rey Carlos VIII.
Hoy en día nos parece una altura hasta absurda, pero era inaccesible por aquél entonces.
Ese fue el hecho que disparó la actividad, que no se extendió por mucho tiempo, ya que coincidentemente con el descubrimiento de América, los esfuerzos se vieron destinados a ésta última empresa. Tal es así, que los europeos dejaron las cumbres para los «dragones y malos espíritus». El hombre debió esperar un poco mas.
Recién en el siglo XVIII se fueron dando las condiciones para un mayor desarrollo del alpinismo. La ciencia fue tomando mas impulso y con ella las exploraciones geográficas, con lo que la actividad de montaña comenzó a ser vista de otra forma.
Pero siempre existe un disparador. Y para el caso de la actividad en Europa
el disparador fue la existencia del centro alpino de Charmonix, que para
aquél entonces se convirtió en un centro turístico por excelencia. Estamos hablando de mediados del siglo XVIII. Esto fue despertando el interés por todas esas montañas circundantes y contribuyendo en el desarrollo de un espíritu aventurero que poco a poco fue llevando al hombre a ver que pasaba si intentaba subirlas.
El 8 de agosto de 1786, Paccard Y Balmat logran la primera cumbre al Mont Blanc. Desde ese momento, el alpinismo comienza a mostrar protagonismo en europa. Otras cumbres, a parte de la considerada como mas alta de Europa por aquél entonces, empiezan a despertar el interés de muchísima gente. El hito del Mont Blanc fue el hecho disparador de la actividad en el viejo continente. Todo estaba allí, al alcance de
sus manos. No debían recorrer grandes distancias, y la villa de Charmonix que para aquél entonces ya era un centro turístico muy visitado, se convirtió prácticamente en el centro mundial del montañismo hacia comienzos del siglo XIX.
Pero claro, fueron surgiendo otros objetivos. Africa, por su cercanía fue otro de los puntos en cual la actividad comenzó a enfocarse. Luego vinieron las montañas más altas del mundo en el Himalaya, y allí por supuesto, encontramos una historia riquísima en hechos que fueron sucediéndose a lo largo de las décadas.
Ya con todos estos antecedentes que hemos enumerado, estamos en condiciones
de llegarnos hasta nuestras tierras.
La expansión
Todo lo que se refiere a la conquista de montañas en américa, ya sea en la Cordillera de los Andes como en Norteamérica, fue parte de un proceso mundial de expansión de los alpinistas europeos. Ya mencionamos que cuando se fueron agotando las cumbres locales, el alpinismo se extendió primero a Africa y luego al Himalaya. Conjuntamente con esto último, en la segunda mitad del siglo XIX, la actividad empieza a llegar a Argentina atraída por la montaña más alta de América.
Es importante destacar en este sentido, que tanto en Asia como en América, no existió un impulso local hacia el desarrollo del montañismo. Todo vino de Europa, como un componente más de la conquista iniciada varios siglos antes.
El Cerro Aconcagua empezó a recibir intentos de cumbre en 1883, cuando el alpinista alemán Paul Guessfeld estuvo muy cerca de la misma. A Güssfeldt le cabe el mérito de haber sido el primero en encontrar en 1883 un boquete por el río Putaendo, viniendo desde Chile, para llegar a los 6.200 metros del Aconcagua con tres arrieros y algunos peones inexpertos.
Pero fue unos años después, cuando una expedición británica liderada por Edward Fitz Gerald, en cuyo marco llegaron a la cumbre tres escaladores. Primero fue el guía suizo Mathias Zurbriggen, el 14 de enero de 1897, el estudioso Stuart Vines y su guía Nicolás Lanti lo hicieron un mes después, el 13 de febrero de 1897.
Luego empezaron a sucederse intentos y cumbres. En 1898 el científico inglés Sir William Martin Conway llegó muy cerca de la cumbre. Este hombre, fue un importante impulsor del montañismo tanto dentro como fuera de Inglaterra. Fue presidente del Alpine Club entre 1902 y 1904, y en 1924, evaluó la evidencia de la Expedición de Montañismo Británica al Everest de ese mismo año, y concluyó que George Mallory y Andrew Irvine habían llegado a la cumbre. Bueno, mas allá del hecho que todos los personajes eran británcos, eso es otra historia.

Hoy en día, un sector de la ruta normal noroeste de acceso a la cumbre, se denomina «Piedras Conway» en su honor. Pero Conway, además de todo lo que mencionamos, conoció muy bien al suizo, primer escalador del Aconcagua, Mathias Zurbriggen, por haber compartido travesías en muchas regiones del mundo. Lo describió como «un hombre apasionado,disoluto, vital y exagerado. Al mismo tiempo, amable, de corazón tierno y personalidad atractiva». Paradógicamente, ningún sector del Aconcagua lleva el nombre de Zurbriggen, aunque si, una montaña, muy próxima al Coloso, fue bautizada con su nombre,

El Hotel Puente del Inca
La construcción del Hotel Termas de Puente del Inca generó las condiciones para el impulso del desarrollo del montañismo, no solo en el área cercana de influencia, sino que en toda la región.
Su construcción, para la cual contribuyó el tendido del Ferrocarril Trasandino, que en 1903 ya llegaba a la actual localidad de Las Cuevas, que por aquél entonces no existía, vino a cumplir un papel similar al de Charmonix en las inmediaciones del Mont Blanc.
De hecho, las autoridades del hotel inmediatamente tomaron algunas medidas tendientes
a fomentar el desarrollo del montañismo en la región. La Compañía de Hoteles Sudamericano, propietaria del flamante Hotel Termas Puente del Inca, dispuso la construcción de un refugio en las proximidades del Lago Horcones, en el año 1909, que era una simple construcción rectangular rematada con una cúpula, que servía como punto de partida para la exploración y conquista del Coloso de America. Este fue
el puntapié inicial, luego fueron adoptándose otras medidas que contribuyeron mayormente al desarrollo, todas tendientes a mejorar los servicios. Al igual que en Charmonix, ¡Dos siglos antes!

En este sentido Federico Reichert, científico alemán, el gran historiador de nuestras montañas, decía al respecto: «En la mañana del 21 de enero de 1907 partimos del hotel de Puente del Inca y, deseosos de que la buena suerte nos acompañara, emprendimos la marcha con un arriero y algunas mulas. Nuestro plan general fue ascender los picos de los Gemelos para emprender luego un viaje de reconocimiento hacia el sur, a fin de explorar el sector cordillerano desconocido: Gemelos, Juncal y Tupungato»
Pero la mayor ventaja que tuvo el Hotel era su ubicación y cercanía a la estación del Ferrocarril Trasandino. Era una localización privilegiada. Este fue el punto fundamental que impulsó su desarrollo, conjuntamente con las medidas que los administradores del hotel tomaron en pos de la actividad.
Uno podía llegar al hotel en pocas horas desde Mendoza, instalarse en el mismo con todos los servicios y luego encarar una escalada a la montaña para poder acceder a ella en solo cuatro días, si las condiciones se daban lógicamente.
En 31 de enero de 1906 se produce el cuarto ascenso a la cumbre del Aconcagua.
Fue logrado por Robert Helbling, quien estaba acompañado en esa expedición por el mismo Federico Reichert. Ambos exploradores y científicos, compartirían durante aquella época, varias primeras cumbres a cerros circundantes, entre ellos el Juncal (5965m), conseguida en 1911 por Federico Reichert , Robert Helbling y Damasio Beíza.
A partir de ese momento, los intentos y expediciones empezaron a incrementarse. La noticia del Hotel Puente del Inca fue creciendo y expandiéndose, lo que despertó el interés de toda la comunidad de montaña. La semilla ya estaba plantada.
En los años 1907 a 1909, el cerro recibió tres intentos de expediciones promovidas por el profesor Walter Schiller, también de Mondini en este último año. En 1915 los noruegos Eiler Sundt y Thorleif Bache realizaron el primer intento invernal y con esquís.

A partir de allí toda la actividad fue incrementándose. El alemán Michael Gossler y el austríaco Juan Stepanek hicieron el intento en 1925, falleciendo este último por hipotermia y consituyéndose en la primer víctima del Aconcagua. Hoy un cerro de 4194m, localizado en la región de vallecitos, lleva su nombre.
Para entonces, casi todas las expediciones al Aconcagua tenían base en el Hotel Puente del Inca, eran muy pocas las excepciones. Una de ellas fue la de los polacos en 1934, ya que accedieron desde la quebrada de Las Vacas. Pero la historia de los polacos en el Aconcagua y mucho más aún, en el montañismo argentino, requiere un análisis mucho más profundo, que ya retomaremos en otra oportunidad, solo los mencionamos aquí.
¿Que pasaba para entonces con el ferrocarril? Como dijimos antes, en 1903 llegaba a lo que es hoy la villa de Las Cuevas, junto al límite Internacional con Chile. El ferrocarril trasandino, aparte de todos los acontecimientos en los que fue partícipe, tuvo fundamental protagonismo en uno en particular.
El Ferrocarril trasandino y el Cristo Redentor
Pero hasta ese entonces, estamos hablando de comienzos del siglo XX, el paso obligado por esta zona era un camino de cornisa, escarpado en la roca y grava, en medio del grandioso paisaje de la cordillera, que antiguamente era el camino obligado entre Uspallata y la localidad chilena de Juncal, hasta la construcción
del túnel del Cristo Redentor cerca de la localidad argentina designada Las Cuevas.
El túnel, construido durante la primer década del siglo e inaugurado el 5 de abril de 1910, no existía aún para entonces, con lo cual, este paso era el obligado para conectar ambos países por esta región. Luego, el túnel sirvió de ruta al ferrocarril trasandino.

El Papa León XIII, al iniciarse el siglo XX, dirigió una serie de cartas encíclicas rogando por un mundo de paz y armonía y reclamando una mayor devoción por el Cristo Redentor. Teniendo en cuenta esta petición y preocupado por la posibilidad de un conflicto armado entre Argentina y Chile debido al litigio fronterizo de larga data, el dominico y obispo de Cuyo, monseñor Marcolino del Carmelo Benavente, prometió públicamente, en 1900, realizar una colecta para erigir una estatua al Cristo Redentor que recordara el mensaje de paz que Jesús había traído al mundo.
El cristo fue construido en bronce fundido de antiguos cañones y el trabajo asignado al escultor porteño Mateo Alonso. Con una altura de casi siete metros y un peso de cuatro toneladas, ¿Quién sería el único medio capaz de transportarlo hasta aquellos lugares? Exacto. El ferrocarril.
Su pedestal fue proyectado por el ingeniero mendocino Juan Molina Civit a partir de un bosquejo del escultor. La altura del mismo era de 6 metros de alto y fue construido de hormigón y acero laminado para poder soportar los fuertes vientos de la cordillera.

En 1904 las piezas de bronce del Cristo se transportaron 1200 km por el tren hasta las cercanías de la actual villa de Las Cuevas y luego se las subió a lomo de mula hasta la cumbre a 3854m, donde fue erigido, en el punto del límite internacional. El 15 de febrero de 1904 quedó terminado el pedestal de granito diseñado por Civit siendo la obra dirigida por el Ingeniero Conti, trabajando unos cien obreros para su construcción.
El escultor Mateo Alonso dirigió los trabajos de montaje de las piezas que forman el Cristo. La figura de Jesús se colocó de manera que mira siguiendo la línea del límite, en pié sobre la mitad de un globo terráqueo. Con la mano izquierda sostiene la cruz, de 7 metros de alto, apoyada sobre el hemisferio terrestre, y con la derecha parece impartir
la bendición.

Esta es una historia muy particular, en la cual el ferrocarril trasandino tuvo una gran importancia y que debíamos mencionar. Hoy en día el monumento al Cristo Redentor sigue, desafiando al paso del tiempo, en la misma ubicación donde fue erigido, como fiel testigo de una época maravillosa de desarrollo.
Mario Pasten
Volvamos ahora nuevamente al Aconcagua. Como ya dijimos, el Hotel Termas Puente del Inca ofrecía al pasajero además de alojamiento y servicios, mulas y guias. En este sentido contrató al arriero chileno Mario Pastén, un gran conocedor de la región y guía de alta montaña. Pasten fue contratado directamente por la Compañía de Hoteles Sudamericanos a comienzos de la década de 1920. Se tiene referencia de haber prestado servicios para el hotel hasta entrada la década de 1940.
Lo importante de esto fue la enorme incidencia que tuvo Mario Pasten en todas las cuestiones de Aconcagua. Se transformó en el referente obligatorio de todas las expediciones que acudían en busca del Coloso de América. Pastén pasó a ser sinónimo de Aconcagua.

No solo era guía de montaña, también se hacía cargo de las mulas, de organizar los recorridos, estaba al tanto de todas las expediciones, era el referente, el único.
Pasten fue el encargado de rescatar el cuerpo de Juan Stepanek, la primer víctima del Aconcagua en 1925. Pero no fue el único. Hacia 1952, de los catorce fallecidos en el Aconcagua, siete de los cuerpos habían sido rescatados por Pasten. En 1949 descubrió en las faldas de la montaña el legendario Nieuport en el cual Benjamín Matienzo se había accidentado en 1919. El aparato luego fue instalado en un museo.
En el año 1934 se produce un hecho muy importante. El teniente Nicolás Plantamura se convierte en el primer argentino en llegar a la cumbre del Aconcagua. Estuvo acompañado por Mario Pastén, que de esta forma se convirtió también en el primer chileno en hacerlo. Esto fue el 8 de marzo de 1934. En 1935 Pastén repitió cumbre, probablemente haya sido el primero en repetirla.
Para entonces Pastén era considerado como un guía de primer orden, comparable a los guias alpinos de Suiza o Italia. Una década más tarde, Mario Pasten era considerado el único arriero que puede llamarse guía de la región del Aconcagua.
El cementerio de andinistas
En el año 1928 el oficial británico Bazil Marden enfrentó al Aconcagua en la temporada invernal. Fue durante el mes de julio a través de la ruta normal. Pero nunca logro su objetivo. Al año siguiente su cuerpo congelado fue rescatado y al no haber sido reclamado se decidió sepultarlo en lo que era en ese momento el cementerio ferroviario de Puente del Inca. De esta forma, Bazil Marden, la segunda víctima del Aconcagua, se convirtió en el primer montañista enterrado en el «Cementerio de los andinistas» de Puente del Inca.


Pero el primer infortunado andinista, víctima del Coloso de América, falleció dos años antes que Marden. El fue el austríaco Juan Stepanek quien ya mencionamos anteriormente pero que su cuerpo recién fue rescatado de la montaña veinte años después, precisamente por Pastén. Hoy también descansa en el cementerio de Alta montaña tras varios años en el cementerio de la capital de la provincia.
Entre las placas de conocidos aventureros como Bernardo Razquin, Nicolás Plantamura y Adriana Bance, hay otros de viejos trabajadores del tren y una cantidad no precisada de tumbas sin nombre que le dan la cuota de misterio a Puente del Inca. Además hay placas homenaje de personas que no fueron sepultadas en el cementerio. En el Aconcagua han muerto más de 140 montañistas intentando llegar a la cumbre.
Adriana Bance, fue la primera mujer en alcanzar la cumbre del Aconcagua. Eso sucedió el 7 de marzo de 1940. En 1944, Bance junto con su esposo Hans George Link, quien había logrado su cumbre en solitario en 1936, fallecen en un nuevo intento. Adriana Bance descansa hoy en el cementerio de andinistas. En la misma expedición murieron Walter Schiller, que fue encontrado con medio cuerpo fuera de la carpa, y Albert Kneid. Schiller fue uno de los pioneros en Aconcagua, durante la primera década del siglo XX.
Aunque es un lugar destacado por todos, no hay cuidadores oficiales ni tiene presupuesto para su mantenimiento. Está en jurisdicción municipal, pero no tiene responsable y ni siquiera hay un registro de quienes son sepultados en el lugar (nadie sabe con precisión cuántos cuerpos hay). Por eso, muchas lápidas han sido destruidas y robadas, igual que placas de bronce y ofrendas dejadas a los andinistas. Hace unos años se logró ampliar el predio y se terminó el cierre perimetral. Los oficiales del Comando de Montaña y algunos operadores del Aconcagua son los protectores «ad honorem».
Una de las tumbas más antiguas que se reconocen en Puente del Inca data de 1908, aunque el cementerio, como dijimos, surgió mucho despues. No es ni de un andinista ni de un ferroviario, sino de un médico. Se trata del doctor Eduard J. Cotton, inglés. El hombre estaba en el lugar tratando de combatir una epidemia de difteria que se había desatado. Según se cuenta en el libro de Alfredo Magnani, una mujer le tosió en la cara y así contrajo la enfermedad que le costó la vida.
Los arrieros y baqueanos fueron los primeros guías y rescatistas del Aconcagua, y algunos murieron allí. Es el caso de Miguel Lucero y Carlos Lobo. Ambos eran compañeros y están enterrados en Puente del Inca.
La cruz más grande del cementerio corresponde a Juan Fiorini y data de 1903. Entre otros objetos de valor, hay una cruz tallada por el artista Chipo Céspedes que fue donada en el aniversario del Club de Andinistas.
El legado del Trasandino y el Hotel Puente del Inca
El viejo Hotel Termas de Puente del Inca funcionó hasta el año 1965, en que un alud terminó destruyéndolo y sepultándolo. Solo sobrevivió la capilla que estaba junto a él y que hoy en día puede divisarse desde la ruta 7 o desde el mismo puente, junto a las ruinas de lo que fue el hotel.
Por su parte el ferrocarril, con todas sus idas y vueltas cerro definitivamente en 1984, aunque el último tren de pasajeros circuló el 21 de septiembre de 1979.
Ambos dejaron marcas, una enorme cicatriz en la topografía de alta montaña. Cicatriz que no solo puede palparse y ser vista con los propios ojos, una marca que perdura y perdurará por siempre en el tiempo y en el montañismo argentino.

Ambos, forjaron una actividad que a partir de la implementación de los servicios de ambos, fue en constante crecimiento, hasta llegar a lo que es hoy el desarrollo del montañismo en los Andes Centrales y luego diseminado por todo el territorio nacional.
En el sitio donde residen nuestras más grandes montañas empezó todo, a comienzos del siglo XX y desde allí se expandió a todo el país, en sus diversas formas.
De la misma forma en que el montañismo evolucionó en Europa y fue difundiéndose hacia el resto del mundo, en determinado momento, nos tocó a nosotros, y con la intervención de esa influencia extranjera, pasó a ser local.
Los dos pilares fundamentales, son los que hemos expuesto en esta nota. Esa sed por conquista del Aconcagua, luego se fue extendiendo hacia otras montañas, primero en la región y luego en el resto del país.
El sistema de servicio del Hotel Puente del Inca, fue pionero en la región, hoy está replicado en distintas regiones de montaña de la Argentina, podemos encontrarlo en la Cordillera Andina, en Sierras de Córdoba, San Luis, en la misma Sierra de la Ventana, a través de los operadores que hoy tienen por misión llevar adelante la misma función que por aquél entonces cumplió el hotel termas. Todo se fue multiplicando.
De la misma forma, ese enorme aporte que en su momento prestó el arriero Mario Pastén. Con los años, mucho lo imitaron. Hoy contamos con servicios de guias de montaña en toda la Argentina, en cada lugar donde queramos visitar, allí siempre habrá uno. Pero pocos saben, pocos recuerdan quien fue quizás el impulsor más importante de su actividad.
Bibliografía: El Ferrocarril Trasandino y el desarrollo de los
Andes Centrales Argentino-chilenos – Autor: Pablo Lacoste
