Foto de portada: Una imagen del Basecamp y las tiendas del equipo estadounidense de International Mountain Guides (Foto IMG)
Empiezan a registrarse casos de COVID en el campo base del Monte Everest, según reportes de los mismos escaladores de distintos equipos que se encuentran en el lugar, ante el silencio de la propia autoridad de Nepal que ha optado por negarlo y censurar cualquier tipo de información que salga del propio campo base.
En el día de ayer hablamos con Alan Arnette, quien nos confirmó la existencia de casos, de la misma manera que algunos operadores con quienes tenemos contacto directamente desde el campo base. En principio habría detectados al menos cuatro casos, pero el alcance, según lo que hemos podido consultar, podría ser de al menos cinco veces más.
Todo esto, lógicamente, es extraoficial. La palabra oficial muy probablemente nunca vaya a llegar, ya que Nepal se encarga sistemáticamente de ocultar todo lo que sucede en torno al Himalaya, tal como puede apreciarse a través de los medios locales, que mantienen un silencio absoluto ante este tipo de situaciones.
En una temporada donde los permisos para la montaña más alta del mundo se han multiplicado paralelamente al contagio de COVID, según hemos podido recabar en el día de hoy, los permisos emitidos han llegado a los 394, y seguramente se alcanzará la cifra de 400 de un momento a otro, superando ampliamente los registros del año 2019. Para que existan 400 permisos de escalada al Everest, más los que pudiesen existir para el Lhotse, esto nos indica que en estos momentos en el campo base, si tenemos en cuenta el personal de apoyo y sherpas, hay mucho más de mil personas.
En medio de toda esta situación de incertidumbre, hemos recibido información respecto a que la empresa local Seven Summits Treks, estaría transportando en helicóptero a clientes directamente desde el campo base hasta el campo 2, maniobra que -según reflejan nuestras fuentes- no representa ninguna novedad, ya que suele ser un costumbre por parte de la empresa local, y las sucesivas denuncias realizadas por otros equipos, en especial los de origen extranjero, nunca han tenido algún tipo de resolución por parte de la autoridad.
Por otra parte, la situación en Nepal respecto a la pandemia de COVID se está tornando crítica, con un gobierno que ya analiza seriamente el cierre total, en especial en lo que respecta a la frontera con la vecina India, que -como es de público conocimiento- está atravesando por estos momentos por una situación fuera de control.
Ante toda esta situación de descontrol e incertidumbre, nos toca quizás algunas reflexiones. En una primera instancia es difícil entender la postura de algunos escaladores de elite, tal el caso de Alex Txikón o el mismo David Gottler, que en los últimos días han anunciado su presencia en la cumbre del mundo. El mismo David lo señaló en un post hace un par de días, haciendo hincapié en su imposibilidad de alcanzar la cumbre, en 2019, debido a la cantidad de «gente en el fila»: «Everest. Aquí estoy otra vez. Algunos de ustedes pueden preguntarse por qué? Y lo entiendo, y a veces me pregunto lo mismo: pero en 2019 paré a 100 m de la cima, y para mí se siente inconcluso. Me gustaría completar lo que comencé. Este año hay incluso más capas de incertidumbre que nunca antes, pero sé que estos grandes objetivos pueden llevar muchos años y muchos intentos. Dejando pasar un año sin intentarlo se siente desperdiciado de tiempo precioso. Tomo las cosas día a día y espero que las estrellas se alineen para mí.».
Pues bien, al amigo David le tengo malas noticias. Es complicado que las estrellas puedan alinearse, cuando tenemos por delante un panorama más difícil que en 2019, donde no había pandemia, y donde había una cantidad menor de escaladores aspirando a ser uno de los pocos (aunque cada vez van siendo menos pocos) seres humanos en haber puesto un pie en el punto más alto del planeta.
Debemos tener en cuenta además un panorama que puede complicarse más allá de la pandemia o la cantidad de gente. Y es la inexperiencia tanto en lo que respecta a muchos clientes aspirantes a la cumbre, como de las mismas empresas locales de baja calidad que año tras año van floreciendo, y que vamos tomando conocimiento de su existencia, prácticamente sobre la marcha. Esto crea un problema de difícil resolución para el momento del empuje hacia la cumbre.
Difícil no para la autoridad, porque ésta, más allá de una tibia e impracticable medida que intentó establecer hace unos días en lo que respecta a suministrar «turnos» para el momento de las rotaciones y eventualmente el empuje, esta autoridad prácticamente no existe, sino para salvaguardar los intereses comerciales del estado y de algunas empresas locales privilegiadas.
La actitud de silenciar todo lo que está ocurriendo en el campo base, va en ese sentido. La actitud de no escuchar durante años los reclamos de otras empresas en el sentido del uso del helicóptero para el transporte de clientes premium, va también en ese sentido.
Difícil sí, para las otras empresas, tanto internacionales como algunas empresas locales de menor envergadura, que no gozan de tales privilegios, y por supuesto, de los propios clientes-escaladores o para algunos, turistas de altura, que, en el momento decisivo, ese momento que tanto estuvieron esperando, ponen en juego su propio pellejo, sin saber «quizás«, al peligro en que se están exponiendo. Quitemos el «quizás«. No lo saben, sino no estarían allí.