Que buena manera de retirarse de una expedición de la forma en que lo hizo el italianísimo, como suelo llamarlo habitualmente en mis crónicas. Lo que me deja Moro, año tras año, como debe suceder con muchos de ustedes es simplemente enseñanza, conocimiento, a través de su manera tan acertada de leer la montaña.
Tal vez, si muchos escaladores, especialmente himalayistas, se dedicaran a ejercitar la lectura de la montaña tal como lo hace Simone, podrían contribuir mayormente para su calidad de vida dentro de ella, y su vida misma fuera de ella, sin tomar riesgos innecesarios, volviendo a casa con todas sus falanges intactas.
Lo que me queda de esta expedición de Simone al Manaslu, más allá que aún, por parte de Alex no esté terminada, es un escenario absolutamente opuesto al que pudimos encontrar en el K2.
Leo ahora su crónica del día de ayer, cuando anunciaba el retiro y me traslado por un instante al K2, y el ruido que allí encuentro es estremecedor. La antítesis en toda su expresión. Por el lado del Manaslu, todo bajo aparente control, minuciosamente estudiado, para cada uno de los componentes que hacen de una expedición al ochomil. Por el lado del K2, encuentro más allá de la propia tragedia, el más claro ejemplo de la desorganización, alcanzada en su punto máximo aquella noche entre el 4 y 5 de febrero, cuando escaladores instalados en el C3, rogaban, casi llegando a la súplica, por un lugar imposible dentro del puñado (quizás cuatro, dicen por allí) de carpas que ya no tenían espacio ni siquiera para la propia respiración.
El saber leer no solo la montaña, sino sus propios límites hablan también de su grandeza. Simone sabe que tiene que volver y que existen factores que pueden hacer complicado un intento, como en este caso explica, respecto a las condiciones meteorológicas para los próximos días, una montaña que se ha mostrado excesivamente mezquina, muy cargada, muy pesada, muy invernal. Habla de sus habilidades que se encuentran disminuidas ante lo que la montaña propone.
Habla de una fecha límite del 21 de marzo, esto es correcto, hace caso omiso explícitamente a los límites establecidos por su viejo compañero de cordada, el ruso-kasajo-polaco, y pone un concluyente énfasis en esto. Pero el tiempo de todas maneras apremia. El permiso vence el 28, y aunque podría lograr una prórroga, no es su intención. Simone deja claro en esta crónica, que no está a la altura de este desafío. Y eso habla inequívocamente de su grandeza, de su ausencia de ego, un concepto muy difundido especialmente entre muchos escaladores, y que fuera un gran protagonista en el otro escenario, el que se desarrolló alrededor de la segunda montaña más alta del mundo.
Simone hace mención también a este trágico 2021, que aún con menos de dos meses, se ha cobrado ya mucho más que en otras temporadas. Y ha tomado a esto como una clara señal en favor de su retiro de la montaña.
Es la tercera renuncia a una invernal al Manaslu, eso pareciera ser fuerte. Pero no lo es. Acá rige el precepto que habla de que el hombre propone, y en este caso, la montaña dispone. No hubo excepción este año, al menos con el lapso de tiempo suficiente para un empuje, en la octava montaña más alta del mundo, como si lo hubo en el K2.
Este paralelismo, que surge de una simple crónica del escalador italiano, es un hecho casi obligado, que me permite comprender que tuvimos dos frentes distintos separados por 1.111 kilometros, que es la distancia lineal entre el K2 y el Manaslu y que escapa absolutamente a toda lógica climatológica. Esa lógica indica que el K2 es más frío y riguroso, y con menos posibilidades de ofrecer una ventana. Paradójicamente, en esta temporada, ofreció dos.
Y las posibilidades en el Manaslu, al menos hasta el momento, a solo cuatro días de entrar en el mes de marzo, han sido evidentemente menores, donde a lo largo de todo el desarrollo de esta temporada existió un gran protagonista que imposibilitó cualquier desarrollo a gran altura: el viento. Simone menciona en su crónica que los pronósticos hablan para los próximos días de un viento rondando los 175km/h. Imposible evolucionar ante esas condiciones.
Como vemos, las cosas son simples, nada complejas. Se puede o no se puede. Y si no se puede, ¿Qué sentido tendría intentarlo? Solo un riesgo innecesario. Eso es saber leer correctamente la montaña, y evitar situaciones estrafalarias, como las que se suscitaron aquella noche tenebrosa, en el campo 3 del K2, entre un grupo de escaladores de los cuales algunos, no estaban a la altura de las circunstancias, otros que si lo estaban rogaban al menos poder tener la posibilidad de pegar la vuelta, y algunos organizadores mirando desde el BC, ni siquiera se tomaron el trabajo de dejar el material que tenían que dejar, en los puntos previamente acordados, poniendo en riesgo la vida de sus clientes. Porque más allá que quiera negarse, todo este despliegue en el K2, no fue otra cosa que un fallido intento comercial, donde la inexperiencia no tiene cabida.
Más allá de las tragedias, todas fueron enseñanzas las que dejaron estos dos ochomiles. Y ellas quedaron allí, a disposición de todos, para ser analizadas, para ser vistas, para quien quiera entenderlas.
Bravo Simone. Gracias por su enseñanza.
<*2*>