Fuente: Diario Los Andes
En el más grande operativo de rescate que se recuerde en el monte Aconcagua,
de 6.962 metros de altura, una patrulla logró auxiliar ayer en medio
de una borrasca a los tres escaladores italianos y al guía mendocino
que sobrevivieron dos noches críticas sobre el Glaciar de los Polacos,
cerca de la cumbre Norte, con temperaturas de entre 18 y 25 grados bajo cero.
La avanzada de un equipo que involucró a 50 policías, guardiaparques
y guías civiles de alta montaña, comprobó que una de las
mujeres integrantes de esa misión había fallecido.
Al cierre de esta edición, el cónsul de Italia en Mendoza, Pietro
Tombaccini, detalló a la agencia de noticias italiana ANSA que el nombre
de la andinista era Elena Senin y que el guía Federico Campanini también
habría fallecido.
El grupo que escaló el Aconcagua estaba compuesto por Matteo Refrigeratto
(35), Mirko Affasio (39), ambos de la provincia de Savona, y por las damas Marina
Attanasio (38), y Elena Senin (38), residentes en Milán. El quinto integrante
es el guía del grupo, el mendocino Federico Campanini (31), radicado
en Estados Unidos, cuyos padres habitan en el barrio 1° de Mayo de Las Heras.
Todos presentan problemas de salud de distinta índole, pero el más
delicado en todo momento era Campanini, de fuerte complexión física
y antecedentes en montaña (ver aparte), quien padecía una descompensación
que requirió su regreso al puesto de rescate en el intento de no arriesgar
aún más su vida. El guía quedó en lo más
alto del Aconcagua en compañía de José Luis Altamirano.
La operación para salvar a los escaladores fue muy dramática,
porque se realizó muy cerca de la cumbre, en medio de adversas condiciones
de climáticas. "Hubo que ascender, bajar hasta donde estaban las
víctimas, volver a ascender y luego emprender el retorno hacia los refugios
de la ruta Norte", explicó el jefe de la Patrulla de Rescate de
la Policía, comisario general Armando Párraga.
Durante todo el día hubo mucha incertidumbre en torno a la identidad
de la persona fallecida, pero a última hora se confirmó que se
trataba de una mujer.
De todos modos, el cónsul de Italia en Mendoza, Pietro Tombaccini (37),
quien permaneció durante la jornada en el paraje de Horcones, base del
Parque Aconcagua, no confirmó la identidad de la nueva baja del coloso
de América.
Con el fallecimiento de estas personas, sumarían tres las víctimas
fatales de esta temporada. Hace unos días pereció el alemán
Jeromin Stefan (42), también en la cara oriental del monte.
El operativo
El rescate de todo el grupo fue uno de los trabajos más difíciles
realizados en los últimos años, ya que se cumplió en medio
de temperaturas extremas (alrededor de -20° C), con vientos fuertes y con
baja visibilidad. Por añadidura, los accidentados se encontraban prácticamente
en la cúspide del cerro de 6.959 metros, y hasta allí tuvieron
que llegar los auxilios.
La situación fue límite porque los andinistas en problemas no
habrían contado con carpa ni bolsa de dormir, según dijo a este
diario el director de Recursos Naturales Renovables (DRNR), Guido Loza. La razón
era que se planeó un ascenso rápido a la cima y un retorno de
la misma forma, pero equivocaron la senda de regreso, y allí comenzó
el drama para la expedición.
Alrededor de las 20 de ayer, el grupo era bajado al refugio Berlín,
en circunstancias muy complicadas. Este refugio está a 6.300 m, y el
objetivo era para pasar la noche allí e intentar hoy ganar las instalaciones
más bajas de la ruta Norte. La decisión de intentar un descenso
nocturno estaba dictada por el estado precario de salud de los sobrevivientes,
que padecían de hipotermia, deshidratación y probablemente congelamientos.
El salvamento de estas personas implicó un operativo de auxilio muy
grande, ya que tomaron parte alrededor de 50 personas, encabezadas por la Patrulla
de Rescate de la Policía, que comanda el comisario general Párraga.
Cuatro hombres de esta experimentada patrulla, al mando del inspector Altamirano
(36), fueron los primeros en llegar a la cúspide, acompañados
por dos civiles, guías de montaña. En las primeras horas de la
tarde localizaron a los extraviados y su líder, Campanini. Más
tarde se sumaron más rescatistas, entre hombres de la Policía,
porteadores y guías.
Para sacar de la delicada situación a los deportistas fue gravitante
el servicio del helicóptero que opera en el Parque Aconcagua, piloteado
por Horacio Freschi. Esta máquina, por la temeridad y temple de su tripulante,
hizo varios desplazamientos llevando a los rescatistas hacia posiciones de altura,
ya que de otra forma toda la operación se hubiera retrasado mucho. Inclusive,
en una oportunidad, la máquina sobrevoló la posición de
los accidentados, observando sus señales de pedido de apoyo.
El ascenso
Los andinistas italianos habían contratado en Roma al guía mendocino,
que está radicado en los Estados Unidos, pero concretaron el viaje a
través de la empresa chilena Azimut 360.
La tragedia comenzó a gestarse cuando la expedición inició
la subida desde el campo base Plaza de Mulas (4.280 metros) por la ruta noroeste
o de los refugios, la menos difícil y, por eso mismo, la más transitada.
El lunes hicieron noche en un vivac (campamento improvisado para pasar la noche
al aire libre) en Nido de Cóndores (5.400 metros).
El martes reanudaron la marcha en la madrugada, pasaron por los refugios Berlín,
Plantamura y Libertad (5.890 metros), superaron la cota del refugio Independencia
(6.300 metros) y Cuesta del Viento, hasta Peñón Martínez.
Luego se internaron en la Gran Canaleta, de 350 metros de altura -una medialuna
pedregosa que ahora tiene bastante hielo- hasta arribar a la cumbre norte. Toda
esta parte de la travesía se hace caminando, sin la necesidad de utilizar
técnicas de escalada.
Pisaron la cima a una hora desaconsejada: las 16.30. Siempre se recomienda
llegar a las 12 o a más tardar a las 14, porque no sólo deben
tener resto físico para volver, sino que deben evitar las famosas tormentas
súbitas del pico y la noche para no perderse, salvo en el caso de montañeros
muy experimentados. Una de las italianas, Antonella Targa, volvió a Nido
de Cóndores y los demás quedaron atrapados por una tormenta que
les impedía ver poco más allá de sus narices.
Esa fue la razón por la que equivocaron el rumbo. Ya agotados, en vez
de retomar la Gran Canaleta, se metieron en el Glaciar de los Polacos, una lengua
de hielo de casi mil metros en donde se registraron las mayores gestas y los
peores dramas del Aconcagua.
Cuando habían descendido unos 300 metros, dos de los montañistas
italianos no advirtieron un cambio de pendiente y resbalaron, cayendo alrededor
de 20 metros. Uno de ellos se partió la cabeza y murió. El cuerpo
quedó en un sitio inaccesible. El otro sufrió una fractura. Todos
se vieron inmovilizados. Entendieron que no podían seguir porque existía
el riesgo de perder la vida y por eso decidieron parar.
Esta percepción estaba reforzada por un dato fundamental: habían
dejado sus mochilas con el equipo de vivac al pie de la Gran Canaleta, mientras
subían, para aliviar el peso. Con lo puesto, aunque arropados con buen
abrigo, se dispusieron a resistir a la intemperie en un estado casi agónico.
El guía Campanini se comunicó dos veces por radio: al hacer cumbre
para informar que los había tomado una tempestad, y cuando tuvieron el
accidente. Ahí reveló que había muerto uno de sus clientes.
Lo que vendría luego sería la pesadilla, la desesperación
y la resistencia casi heroica.
