Es conocida mundialmente por sus atracciones naturales y por sus tremendos paisajes y ha llegado a convertirse en una de las rutas clásicas para los andinistas deportivos.
Por esta vía los itinerarios a seguir son básicamente dos: Ruta Glaciar de los Polacos Directa o Ruta Travesía Glaciar de los Polacos; donde en ambos casos se asciende por Plaza Argentina y ambas muestran los paisajes más bellos del Aconcagua. Sin embargo, la posibilidad y elección del último tramo va por cuenta de cada visitante, teniendo en cuenta el nivel de destreza técnica, experiencia y riesgo a tomar.
Ambas rutas transitan los campamentos Plaza Argentina, Campo 1 y Campo 2. Luego se debe elegir entre la Ruta «Directa» o la Ruta «Travesía».
Ruta Travesía Glaciar de los Polacos
La Ruta «Travesía Glaciar de los Polacos» (también llamada Falso Polacos) es la combinación perfecta entre belleza, tranquilidad y desafío. Esto se debe a que se comienza por la aproximación más bella y menos transitada que el Aconcagua nos ofrece, para luego unirse e intentar su cumbre por la Ruta Normal. Se entra por el Valle de Vacas para luego de tres días llegar a Plaza Argentina, el campamento de la mítica Ruta «Glaciar de los Polacos». Luego de la aclimatación correspondiente se continúa a los campamentos de altura conocidos como Campo 1 y Campo 2, desde donde se puede apreciar la magnitud y grandeza del Glaciar de los Polacos.
En este punto comienza la «Travesía» para cruzar a la cara Noroeste y unirse, a la altura de Berlín, a la Ruta Normal para luego transitar el Filo del Guanaco que lleva directamente a la cumbre. El regreso se realiza también por Campo 2 y Plaza Argentina. Vale destacar que en la Travesía no es necesario utilizar cuerda y arnés de escalada ya que se transita por la base del glaciar. Si es muy probablemente se utilice piolet y crampones en parte de este recorrido.
Ruta Glaciar de los Polacos Directa
La Ruta Glaciar de los Polacos Directa asciende a través del glaciar por lo que tiene un mayor nivel de dificultad y requiere conocimientos técnicos de escalada. Para transitar esta ruta es necesario tener experiencia en caminata sobre glaciares, aplicando técnicas de caminata en hielo y nieve con la utilización de cuerdas, arnés y piqueta.
Desde el Campo 2 esta ruta presenta dos variantes (Directa A y Directa B):
La primera y original polaca (Directa A – de color rojo en el gráfico de esta página) es más larga y suave. Hay que desviarse y cruzar el glaciar hacia la izquierda en dirección a un afloramiento rocoso llamado Piedra Bandera, en cuya base se puede montar el campamento 3 a 6.400 m.s.n.m., desde allí por la derecha se toma el filo fácil a la cima.
La segunda (Directa B – de color verde en el gráfico) es muy empinada. Asciende desde el campamento 2 por hielo liso y uniforme siguiendo todo el borde derecho del glaciar, para luego ir de islote en islote por las rocas de la derecha con una pendiente de 30°. La pendiente es aumentativa y se va estrechando hasta llegar al embudo, donde la pendiente llega a ser de 50° y la altitud supera los 6.500 m.s.n.m. Desde allí por nieve dura se camina por el filo del embudo hasta llegar a la cima.
El descenso se suele realizar iniciando por la ruta Normal llegando al refugio Independencia, desde donde se alcanza nuevamente el campamento 2.
Una experiencia de ascenso por el Glaciar
Nos situamos en la ciudad de Mendoza, el día 7 de enero, con bastante calor y con la emoción de pisar, por vez primera, aquellas tierras tan lejanas.
La idea que habíamos madurado y que ahora estábamos a punto de empezar, surgió unos meses antes. Tras deliberar entre unos sitios y otros, decidimos intentar coronar la cumbre del Aconcagua. Sin descartar su ruta normal nos mentalizábamos en un recorrido más elegante sobre un magnífico glaciar. La ruta de los Polacos sería nuestro camino para acceder a la cumbre más alta de América; sin lugar a dudas un bonito sueño que queríamos hacer realidad.
Arreglados nuestros permisos de entrada al Parque Natural del Aconcagua y con todos los suministros necesarios, partimos a Puente del Inca; localidad donde comienza la aproximación hacia el campo base Plaza de Mulas a 4.230 m.
Tras pasar la noche en Confluencia a 3.200 m y con el transporte de la mercancía arreglado con la compañía de Mulas de Fernando Gradales, salimos hacia el campo base.
Respirábamos libertad en este trayecto, sumergidos en una tremenda felicidad por encontrarnos allí y a pesar de lo frecuentado que era este camino en estas fechas, disfrutábamos de la soledad. Empujados por todo esto caminábamos como máquinas; cruzábamos extensas cuencas al galope. En alguna ocasión se me ocurría acelerar para ver si las mulas que habían salido temprano desde Puente del Inca con destino al campo base, no conseguían alcanzarnos. ¡En fin!, lo que la juventud es capaz de hacer algunas veces.
Llegamos al campo base y quizás, como consecuencia de este sobreesfuerzo, caigo enfermo por la altura durante 4 días. Qué angustioso es estar enfermo fuera de casa. ¿Por qué tenía que sufrir tanto?, después de todo, estaba de vacaciones. Durante esos días veía a la gente comenzar a subir por la ruta normal; me moría de envidia y me apenaba por encontrarme en esa situación; qué tremenda impotencia. Mientras tanto Luis, que se encontraba en muy buenas condiciones, había conseguido instalar el Campo 1 y aprovisionarlo.
Me empiezo a encontrar bien y nos preparamos para aproximarnos hacia el glaciar de los Polacos. ¿Qué sorpresa encon traríamos? Seguramente no lo tendríamos en condiciones con las continuas nevadas que había. Realmente era un verano bastante anormal, pero tener la ruta normal nevada era un buen aliciente para afrontar aquellas rampas con chulería y valor; cada cual, en la medida de sus posibilidades; las mías no eran muchas, pero ahí estaba o mejor dicho, estábamos.
El Campo 1, instalado por Luis, había conseguido soportar un temporal; lo comprobamos cuando llegamos a él. Hasta ese momento teníamos una gran incertidumbre, en cuanto a lo que nos podíamos encontrar.
Vuelvo a tener problemas a esta altitud (5.400 m) y veo la necesidad de permanecer allí, por lo menos, un día más.
En ese día que decido descansar y recuperarme, Luis accede a la cumbre desde el campo 1 en ocho horas; comunicando me la noticia por radio a las 13 horas; una alegría me invade y supongo que a él también. Habíamos llegado ya a la cumbre y tan solo habían transcurrido 10 días desde nuestro aterrizaje. Nos faltaba todavía culminar el plan trazado; era el glaciar de los Polacos nuestro objetivo. Quizá después del esfuerzo que había realizado Luis fuese menester retroceder y volver a analizar nuestra situación. Cuando nos reencontramos sobre las 15:30 h, nos felicitamos y seguidamente le pregunté: ¿Quieres que demos por concluido nuestro viaje? Él me contestó: No, tenemos que ir a Polacos. Yo le insistí pensando que quizá se veía obligado a proseguir por mí. Pero no era así, se encontraba tan fuerte que no vacilaba en sus respuestas; me insistía en que le dejara descansar, que al día siguiente trasladaríamos nuestro campamento al campo 2 del glaciar.
A la mañana siguiente comenzamos el bordeo desde el campo 1 de la ruta normal hasta el campo 2 del glaciar de los Polacos. Invertimos un total de 4 ó 5 horas en este recorrido con un camino bastante pesado.
Para una ascensión por el glaciar de los Polacos, será recomendable ascender al campo 2 de la ruta normal y establecer allí el campamento. Posteriormente, en un flanqueo de una hora escasa, nos situamos en la base del gla ciar; realizando la excursión a la cumbre y descenso al Campo 2 en una jornada; si la aclimatación es correcta.
Dentro de la tienda preparando la cena, dudábamos entre subir por la vía Directa del glaciar o por la normal; después de evaluar nuestra situación no quisimos tentar a la suerte y elegimos el trazado más suave, la normal.
Delante del glaciar, en una magnífica mañana, con un cielo absolutamente despejado y una temperatura de -15ºC, nos estamos poniendo las polainas; menuda puñeta.
Nuevamente miramos el glaciar y decidimos que no será la ruta normal el itinerario de ascenso; iremos por el centro del glaciar y después ya veremos. Algunas barreras de seracs nos preocupan un poco.
El glaciar no amenaza grietas y progresamos sin encordar aunque con muchísima atención. Comenzamos a ascender por una zona más inclinada, sobre 50º; aparece hielo de glaciar, la seguridad que proporciona el mismo es notoria. Sobre 55º avanzamos seguros y decidimos no encordarnos, siendo así nuestra ascensión más rápida y, por tanto, permaneciendo menos tiempo expuestos en esta zona de seracs.
Sobre los 6.000 m tenemos al paso un serac más enderezado. Es ideal y con las condiciones del hielo me hipnotiza por completo. Me concentro, hago un vacío a mi alrededor y voy a por él; de verdad es que, a pesar de la altura a la que nos movíamos, el no llevar un peso excesivo como en los días anteriores, nos permite avanzar con comodidad. Tremenda soledad la que nos rodea y junto con la inmensidad de esta montaña nos hace sentirnos insignificantes. ¿Qué hacíamos allí? ¿Qué íbamos a conseguir con todo aquello? ¿De qué manera íbamos a acabar el día?
Estábamos haciendo realidad un sueño. Nuestro proyecto se estaba llevando a cabo e íbamos a hacer cumbre; en algún momento cierta emoción brotaba, lo cual era molesto, pues bastante dificultosa resultaba la respiración. Nuestra marcha cada vez se hace más lenta, la altitud no perdona y son ya muchas horas las que llevábamos acumuladas. No consigo dar diez pasos en línea recta, la cabeza se me va y entonces me pregunto: ¡Si de repente sobreviene una tempestad! ¿Qué hago?; soy hombre muerto.
Afortunadamente el tiempo era extraordinario y no amenazaba ningún empeoramiento y, para colmo, casi no soplaba viento. Realmente en aquel momento éramos unos privilegiados.
Cuando consigo ver la cumbre, después de un hombro, está todavía bastante lejos y prácticamente no tengo fuerzas. Pero he de subir por obligación, pues la bajada es más sencilla por la ruta normal que por el glaciar.
Son las 17:15 h. cuando Luis y yo llegamos a la cumbre. Miro a mi alrededor y me tiro al suelo, me encuentro bastante mareado y no consigo enfocar bien la vista. En fin, cierro los ojos y si me alegro de algo es de que no tengo que subir más. Llegamos a lo más alto y no tenemos que sufrir más; nuestro sueño casi se ha hecho realidad, todavía nos falta bajar y llegar a nuestra tienda. Hemos tardado un total de diez horas aproximadamente en recorrer casi 1.400 m. de desnivel.
Comenzamos a descender por la canaleta y cuatro horas más tarde llegábamos a la tienda. De nuestros momentos de felicidad, aquél era uno de ellos, habíamos coronado la cumbre más alta de América y eufóricos fundíamos nieve para hidratarnos. La paz volvía a nuestro espíritu. Un espíritu guerrero que, como tal, necesitará de más batallas y siempre en sus manos estará la victoria. En esta ocasión nosotros la habíamos conseguido. Ansiosos por regresar a Mendoza, nos acostamos a dormir.
No son solo las montañas de Mendoza lo más atractivo, la ciudad, sus gentes, parques, plazas, bares, y sobre todo los helados son estupendos. Días inolvidables los que pasamos en la ciudad de Mendoza y alojados un magnífico albergue llamado Campo Base, donde además de un excelente ambiente familiar, se encuentra una variedad de nacionalidades digna de ser conocida.
