Fuente:
desnivel.com / Jorge Gimenez Ríos
Antes
del 3 de julio de 1953, cuando Hermann Buhl alcanza en solitario su cumbre,
el Nanga Parbat ya se había ganado sobrenombres como la "Montaña
del Diablo", la "Montaña Cruel" o la "Montaña
Trágica". Una vez más, el Nanga hace honor a su fama; y su
desnudez, su imperioso asalto al cielo, viciaran estos días las crónicas
de la montaña.
El
alpinista italiano de 38 años, Karl Unterkircher desaparecía en
el Nanga tras precipitarse al vacío. Su compañero de equipo, Simon
Kehrer se comunicaba por teléfono satelital afirmando que Unterkircher
sufría una caída mientras escalaba en la pared Rakhiot, igual
que lo hiciera en su día Buhl. Sin esperanza, se ha dicho desde el principio.
Agostino
Da Polenza, quien liderase las expediciones de Karl al K2 y al Everest, coordina
en estos momentos un equipo para socorrer el cuerpo del alpinista. La noticia
ha sido confirmada por el manager de Unterkircher, Herbert Mussner. "Walter
Nones y Simon Kehrer tuvieron que continuar la escalada del Nanga Parbat pues
les era imposible regresar por las misma ruta de ascenso", apunta Mussner.
El
accidente
En
1950, Crace y Thornley se matan mientras intentan la vertiente Rakhiot del Nanga,
de altísimo compromiso y que se convierte entonces en una de las rutas
más mortales del mundo. Hoy esa triste cifra ha sido superada por la
ruta normal del Annapurna, tanto por el capricho de la montaña como porque
no son muchos los que se asoman al precipicio vertical de la Rakhiot, donde
Unterkircher y sus dos compañeros, Kerher y Nones trataban de abrir una
nueva ruta.
El
martes 15 de julio de 2008, mientras se batía en una placa de nieve,
Unterkircher se precipitaba 400 metros al vacío tras ceder el manto bajo
sus pies, cuando se encontraba abriendo huella cerca de los 6.000 metros. Nones
y Kehrer trataban de acceder hasta Unterkircher pero la dificultad de la ruta
imposibilitaba el descenso y solo conseguían recuperar, tras muchas dificultades,
el teléfono satelital de Unterkircher. Su única salida ahora es
seguir ascendiendo, ir ganando metros a la pared, hasta que el hombre o la montaña
den su golpe de mano. Por teléfono comunicaban: "No tenemos otra
opción que subir. Cuando superemos los siete mil metros podremos salir
de la pared e iniciar el descenso por una vía segura".
El último mensaje
"Allí
veo las placas que me hacen temer", escribía Karl Unterkircher a
través de su teléfono poco antes de abandonar el campo base. "Lo
mejor que puedes hacer para evitar grandes problemas es abandonar la expedición",
aventuraba antes de comentar como le era imposible leer en su tienda, encontrar
tranquilidad: "No me puedo concentrar, mi mente está fija en la
pared. En el muro Rakhiot y en la estremecedora franja de hielo que bloquea
la ruta de ascenso".
Expedición
de socorro
Al
tomar conciencia de la noticia, Agostino Da Pollenza, que había llevado
a Karl al Everest y al K2, comenzaba las movilizaciones, junto a Silvio Mondinelli,
para enviar un equipo a la montaña, en un desesperado intento por recuperar
el cuerpo de Unterkircher. En las labores ayudarán Simon Kehrer y Walter
Nones, cuando alcancen los 7.200 metros desde donde podrán tomar una
ruta de regreso que no comprometa en exceso su supervivencia. "En cualquier
caso, va a ser muy complicado hacer -afirma Da Pollenza-. Ha caído hasta
punto de la montaña al que es casi imposible acceder".
Compromiso
con una filosofía
Este
año, Unterkircher, Walter Nones y Simon Kehrer trataban de abrir una
nueva ruta sobre la pared Rakhiot del Nanga Parbat (8.125 m), continuando un
camino con estilo que Karl iniciara ya en 2004, cuando ascendía el K2
y el Everest en una sola temporada, sin oxígeno, en el periodo de tiempo
más corto registrado hasta el momento, dos meses y dos días, y
desde entonces se dedicaba a explorar e intentar montañas y paredes vírgenes.
Lograba la primera absoluta al Mount Genyen, un seismil de una remota región
de China, coronaba el Jasemba, sietemil inviolado de Nepal, en compañía
de Hans Kammerlander, y protagonizaba, junto a Daniele Bernasconi y Michele
Compagnon, la primera al Espolón Norte del Gasherbrum II, en 2007. Antes
de iniciar la escalada del Nanga, Karl, Simon y Walter abrían una nueva
ruta en el Chongra Peak, por la oeste y en estilo alpino.
"Karl
era muy prudente", aseguraba Kammerlander. "Un alpinista de altísimo
nivel, tanto físicamente como psíquicamente. Me siento profundamente
triste. Escalar con él era un auténtico placer. Mis pensamientos
ahora están con Nones y Kehrer, que han de dejar de lado la muerte de
un gran amigo para acabar la escalada y escapar de la montaña",
concluía.
"Karl
era la nueva estrella del alpinismo italiano", ha dicho Reinhold Messner,
quien perdiera a su hermano Günter, en 1970, en el Nanga Parbat.
