Informe
especial

Gráfico
de la ruta collado sur descripta en el presente informe
El
Everest es nuestra montaña más alta. Es lo suficientemente
complicada como para haber matado muchos escaladores, que han sufrido
caídas horribles o sido tragados por profundas grietas. Su altitud
y su dificultad técnica no son como para subestimarlas.
La
llamada «zona de la muerte» ubicada sobre el campo IV, se ha llevado la
vida de muchos escaladores fuertes y expertos. Esto implica que el Everest
requiere un entrena-miento intensivo.
Puede
que haya suerte y que la escalada vaya bien incluso aunque no hayas hecho
tus deberes en ese sentido. Pero sin duda comprobarás que el Everest
se ha ganado a pulso su temible reputación, si las condiciones
se ponen en tu contra. En ese caso, sencillamente, puede que sea demasiado
tarde para ti, si no has ido bien preparado.
El
Everest es también una montaña extremadamente bella. Y del
mismo modo que seguimos despegando a bordo de cohetes hacia el espacio,
incluso aunque algunas misiones terminen en tragedia, los montañeros
siempre intentarán escalar el Everest para experimentar la majestad,
la belleza y la aventura de alcanzar nuestra frontera más cercana
con el universo.
Campo Base: 5400 metros
Dado
que el tiempo en el Everest permite una escalada razonable sólamente
un par de veces al año, (finales de Septiembre y principios de
mayo), y que la fase de aclimatación puede consumir unos 2 meses,
el campo base se compone de un reducido grupo de excéntricos alpinistas
de todo el mundo.
Asentados sobre un área rocosa, esperanzadoramente fuera del alcance
de las avalanchas, finalizan su aclimatación y empiezan con los
preparativos de la propia escalada.
Cada equipo realiza una ceremonia budista para pedir a los dioses permiso
y protección para llegar a sus alturas.
El
Campo Base es como los boxes de un fórmula 1. Los teléfonos
por satélite zumban en tiendas internacionales, mientras los diferentes
lenguajes del mundo se mezclan en emocionadas crónicas de los últimos
acontecimientos. Periodistas, familiares y escaladores intercambian noticias
y emociones entre la montaña y el resto del mundo. Y es que ningún
otro pico desborda la imaginación como lo hace el monte Everest.
Allí,
manejas material de última tecnología, pero lavas tu ropa
en lagos congelados, donde tienes que romper el hielo y trabajar deprisa
antes de que el agua se hiele de nuevo. Al secarse, las ropas mojadas
se congelan, creando extrañas formaciones de hielo por la noche.
Lo mismo ocurre con tu pelo húmedo. Y con tu pasta de dientes.
Debes terminar tu comida rápidamente porque se enfría de
inmediato en tu plato. Comes carne de búfalo. Estará en
buen estado hasta que empiece a oler. Entonces se espera hasta que, tras
unas pocas semanas, el olor se desvanece. En ese punto tu cocinero sherpa
del Campo Base pasará a incluirlo de nuevo en tu dieta, en forma
de «picadillo de búfalo» especial de la casa.
Escuchas
las frecuentes avalanchas que bajan del Nuptse, del Lho La y del Pumori.
Lanzas miradas silenciosas a la cascada de hielo y escuchas como se rompen
y caen los seracs con un terrible estruendo. El Campo Base es un lugar
de esperanza, de miedo, de frustración, de conflictos y de amistades
que duran toda la vida. Algunos escaladores verán cómo sus
sueños se hacen realidad; otros deberán regresar a casa
sin poder terminar la tarea. Tú mirarás a tu alrededor y
tratarás imaginar en cual de los dos grupos te encontrarás
en unas semanas, pero sólo el destino sabe qué es lo que
te espera.
La cascada de hielo
La cascada de hielo es la parte más peligrosa de la llamada "ruta
sur". Tan pronto como el graciar se desplaza hacia el valle del Khumbu,
en un desnivel de 600 m., éste se hace añicos en gigantes
bloques de hielo inestables (seracs).
Han muerto más escaladores en la cascada de hielo, que en ninguna
otra parte de la ascensión. Una vez superada, llegamos a lo que
se conoce con el nombre de Cwm Occidental, donde se establece el campo
I.

Amplia
vista de la cascada de hielo en dirección ascendente desde la salida del
campo base
Este
lugar es algo así como una enorme cámara de los horrores
de las que hay en los parques de atracciones. Sólo que ésta
es real. Allí pueden ocurrirte muchas cosas terribles. Puede abrirse
una abierta bajo tus pies. Puede caer un muro de hielo sobre ti. Puede
que toda la zona en la que te encuentras se desmorone. Así de simple:
no es un lugar para ir de picnic y la mayoría de nosotros se limita
a concentrarse para salir de ahí lo más deprisa posible.
Comprueba
que en todo momento estás asegurado a las cuerdas fijas, pero recuerda
que debes soltarte de inmediato si se desencadena una avalancha. Si ocurriera
eso, ponte a cubierto detrás de un muro o de un saliente de hielo.
Como último recurso, salta a una grieta. Puede que la avalancha
sea pequeña, pero tendrás que esquivar enormes trozos de
hielo que vuelan hacia ti. Observa con cuidado los seracs, y si éstos
se inclinan en un ángulo sospechoso, y no se te ocurra parar a
descansar debajo de uno de ellos. Pueden ceder y derrumbarse en cuestión
de un segundo.
Comprueba
las cuerdas y los tornillos antes de usar una escalera. Cruza las escaleras
despacio y con cuidado. Trata de ajustar las puntas de tu crampón
entre dos peldaños. A veces, una avalancha cercana o una ra´faga
de viento fuerte puede poner en la escalera movimiento. En ese caso, mantén
la calma, concéntrate en cada paso y todo irá bien. Suele
ayudar apoyarse en las cuerdas, ya sea echado hacia delante o hacia atrás,
dependiendo del ángulo que forme la escalera. Las cuerdas hacen
comba, así que apoyarse en ellas hace que se tensen y así
se puede mantener mejor el equilibrio. Aún más fácil
te resultará cruzar si tu compañero de escalada se ocupa
de estirar las cuerdas mientras tú pasas la escalera.
En
alguna ocasión encontrarás un muro de hielo de gran tamaño.
Normalmente esas paredes están equipadas con cuerdas, por lo que
puedes usar los puños yumar. Asciende por las cuerdas golpeando
con tus crampones en el hielo y apoyándote en las piernas. No te
cuelgues de la cuerda, es tan agotador como peligroso.
Debes
ascender la cascada de hielo muy temprano por la mañana. Los escaladores
normalmente salen entre las cuatro y las cinco de la madrugada. No dejes
el Campo Base más tarde de las seis de la mañana. La cascada
de hielo empieza a derretirse a medida que transcurre el día y
entonces las avalanchas se suceden con mayor frecuencia. Además,
pasarías demasiado calor.
(Tiempo de ascensión: entre cinco y ocho horas sin aclimatación;
entre tres y cinco horas tras haber aclimatado)
Campo I: el Valle del Silencio. 6100 metros-6400 metros
Tan
pronto como los escaladores superan el tramo final de la peligrosa cascada
de hielo, súbitamente emerge la vasta extensión del cwm
occidental. Aquí es posible contemplar, en toda su dimensión,
al gigante más alto del planeta.
Ubicados en el cwm, a nuestra izquierda aparece la cara sur del everest.
A nuestra derecha queda situado el Nuptse. Mientras que por delante, tres
kilómetros mas allá, donde finaliza el valle, nos topamos
con la cara del Lhotse.
Éste curioso nombre (cwm), fué puesto en 1921 por el desaparecido
George Mallory, en su primer reconocimiento del área. Se debe al
término galés cwm, que significa circo.

El
valle del silencio. Al fondo el Lhotse.
El
Valle del Silencio es una extensión plana y vastísima cubierta
de nieve, surcada por profundas grietas y rodeada de paredes montañosas
a menudo barridas por las avalanchas. Aquí montamos el Campo I.
Por la noche escuchamos los profundos crujidos que murmuran bajo nuestras
tiendas. Se trata de las grietas abriendo y cerrando sus fauces en lo
profundo del glaciar sobre el que nos encontramos. Mantienes tus dedos
cruzados para que no se mueva nada justo debajo de tu tienda. Por lo menos,
no mientras tú estés dentro. Te torturan intensos dolores
de cabeza. Pero también es aquí donde, apenas unos pocos
pasos detrás de una curva, nos encontramos con la primera gran
vista del Everest.
Asegúrate de montar el campamento alejado de pequeñas grietas,
ya que éstas probablemente esconden las bocas de otras mucho mayores.
Asciende esta zona asegurado a las cuerdas fijas, ya que hay grietas escondidas
en todas partes bajo la nieve. En este tramo puedes quitarte los crampones.
En ocasiones el tiempo puede convertir esta parte, normalmente fácil,
en muy difícil debido a la nieve profunda y la falta de visibilidad.
Ponte marcha siempre con tiempo de sobra. Mantente alejado de las paredes,
por ellas se deslizan avalanchas bastante a menudo. En temporada avanzada
(finales de mayo) la nieve comienza a pudrirse y atravesar este tramo
puede convertirse en un trámite bastante desagradable.
(Tiempo
de ascensión: entre cuatro y siete horas sin aclimatación;
entre tres y cinco horas tras haber aclimatado)
Campo II: 6400 metros
Tras
una lenta marcha a través de ese interminable valle silencioso,
se alcanza al fin un tramo rocoso, a los pies de la helada pared del Lhotse.
Aquí se monta el Campo II. Es un lugar absolutamente impresionante.
Procedentes de macizos menores del Himalaya, las nubes se arrastran remontando
el valle y penetrando en el campamento. Mientras aclimatamos, aprovechamos
el tiempo buscando material de escalada viejo que ha sido abandonado allí
a lo largo de toda la historia de las expediciones al Everest. Esta es
también la última oportunidad de tomar comida decente y
elaborada. Solemos comer todo lo que nos dan porque pronto nos veremos
sobreviviendo exclusivamente a base de liofilizados.
No conviene acampar demasiado cerca de la pared del Everest ya que ocasionalmente
pueden caer aludes. Aunque nos sintamos tentados de pasar el tiempo sin
movernos del campamento, conviene obligarse a dar paseos hacia la pared
del Lhotse. Acelerará nuestra aclimatación y aliviará
los problemas con la altitud. Esas caminatas te obligan a respirar más
profundamente y más deprisa y de ese modo saturan tu cuerpo con
más cantidad de oxígeno.
Campo III, pared del Lhotse: 6800 metros-8000 metros
Éste campo és el más peligroso de todos. Dado que
está emplazado enmedio de la cara del Lhotse, queda expuesto tanto
a fuertes vientos, como a avalanchas.
De hecho, los sherpas, prefieren continuar escalando hasta el collado
sur sin detenerse aquí. Pero para los que no están acostumbrados
a estas altitudes, el descanso en este punto es inevitable.
Imagina que te deslizas por una divertida pendiente helada en un soleado
día de invierno. Sólo que ésta tiene 1200 metros
de altura. Vamos, que no es un lugar para jugar. Lo difícil es
progresar colgando de una cuerda de resistencia dudosa y cambiar los mosquetones
de una cuerda fija a otra. Puede que no tengas la cabeza muy clara a esta
altitud, sobre todo durante el descenso, pero es crucial que te mantengas
concentrado. Un desliz y adiós: digamos que… acabarías
mucho más arriba de lo que habías planeado.

Nueve
escaleras són ensambladas precariamente para superar la pared final que
separa el cwm de la cara del Lhotse
Este
campo es un verdadero nido de águilas, tallado directamente en
la pared. Ir al servicio por la noche supone una tediosa tarea, tanto
para vestirse como para asegurarse. Es más, tan sólo encontrar
un lugar adecuado para esa labor en la estrecha plataforma donde se fija
la tienda ya es bastante peliagudo. Pero, eso sí, las vistas son
impresionantes y a estas alturas ya estás bien encaminado hacia
la cumbre.
Desde
las tiendas a la pared, el camino empieza siendo llano, perfecto para
calentar los músculos. Una vez en la pared te aseguras a las cuerdas
y la pala inclinada de hielo comienza inmediatamente. Acabo de una hora
aproximadamente, alcanzarás la llamada Panza de Hielo, que sin
duda hace honor a su nombre. Tras ésta viene un tramo inclinado
en hielo, sin otras características dignas de mención, hasta
el Campo III. Ocasionalmente, puede que oigas un estruendo y vea las rocas
caer catapultadas pared abajo. A veces hay bloques de hielo que caen tras
los escaladores. En ese caso ten cuidado con la cabeza y apoya bien el
peso en las piernas, no en la cuerda. No te acostumbres colgarte demasiado
de la cuerda fija.
Este tramo de la ascensión puede ser fácil o muy duro dependiendo
del tiempo. Si la temporada se presenta seca y fría se encontrará
en ese tramo hielo duro y azul. Mantel los crampones bien afilados por
si acaso. La nieve profunda facilita la escalada, pero por otro lado incrementa
el riesgo de avalanchas.
Tras el Campo III se cruza la pared hacia las bandas amarillas y la black
turtle (la tortuga negra). Ambas son secciones rocosas de la pared, aseguradas
por un grueso racimo de cuerdas, nuevas y viejas. Comprueba bien las cuerdas
y ten cuidado ante la posible caída de piedras que puedan tirar
escaladores que se encuentran por encima de ti. Otra travesía lleva
seguidamente al pie del último muro antes el Campo IV. Esta zona
es muy inclinada, pero no demasiado larga: pronto podrás asomar
la nariz por encima del borde y, con ello, entrarás en la tierra
de los espíritus: la zona de la muerte.
(Tiempo
de ascensión: entre cinco y ocho horas sin aclimatado; entre cuatro
y seis horas una vez aclimatado)
Campo IV, la zona de la muerte: 8000 metros
Una pequeña planicie a campo descubierto, delimitada por el Everest
al norte, el Lhotse al sur, una caida de 2000 m. al este por la cara del
Kangshung y otra de 1200 m. al oeste por la cara del Lhotse, forma el
mítico collado sur. És el único campo situado en
la zona de la muerte, donde las funciones biológicas del cuerpo
humano (como la digestión) empiezan a interrumpirse debido a la
falta de oxígeno.
El
C-IV se convierte en un lugar de caza para los escaladores, donde ellos
són las presas. En éste punto es donde el mal de altura
vá a peor, donde pueden morir mientras duermen, donde aquellos
que estén demasiado tiempo, a veces, lo estén para siempre.

Campo
III – Pared del Lhotse 7100m
El
campo IV se ubica en una meseta que parece un paisaje lunar. Te encuentras
al final de la atmósfera y el cielo posee un extraño color
azul oscuro. Es posiblemente lo más cerca que puedes encontrarte
del espacio sin abandonar La Tierra.
Ascendiendo
un poco por encima del campamento podrás ver desde arriba el plateau
tibetano con sus enormes llanuras pardas, el blanco de los glaciares y
los otros gigantes alpinos -Kangchenjunga, Lhotse, Makalu- en la distancia.
Todo es mágico e irreal.
También
es en ese lugar donde los periodistas, la fama y la diversión del
Campo Base definitivamente han quedado atrás. En las caras de cada
uno sólo permanece el miedo. En el Campo IV no se habla mucho.
Descansando en tu tienda, sintiéndote ya muy débil, tratas
de dormir un poco mientras afuera cae la noche. En un par de horas empezarás
de nuevo a colocarte el material para la parte final de la aventura: el
ataque a cima.
Las paredes que llevan hacia la cumbre se ven verticales y oscuras. Estás
en la zona de la muerte y no puedes dejar de pensar que las próximas
48 horas existe un riesgo muy real de que pierdas la vida.

Vista
de la cima desde el campo IV
Comprueba todo el material que vas a necesitar mientras haya luz del día.
Debes tenerlo todo perfectamente organizado. Bebe al menos tres litros
de líquido, o incluso más si puedes. Lleva contigo dos litros
más de bebida caliente para la escalada. Ten a mano el piolet y
prepara los hot tronics. Puede que te sientas muy bien mientras brilla
la luz del día pero tu moral puede hundirse rápidamente
en cuanto caiga la noche. La oscuridad de fuera, fría y amenazadora,
es cualquier cosa menos atractiva. El viento agita la lona de las tiendas.
Lo más probable es que no puedas pegar ojo. Tómatelo con
calma. Tan pronto como empieces a progresar de nuevo te sentirás
mucho mejor. El miedo siempre pinta las cosas peor de lo que son en realidad.
De
aquí a la cumbre sólo les separa un kilómetro. Los
nervios y la altitud previenen a la mayoría de cualquier descanso
e incluso ingestión de alimentos. La hipóxia (falta de oxígeno
en el cerebro) hace que cosas tan triviales como hervir agua, exigan la
máxima concentración.
En 1996, varios escaladores permanecieron encallados durante horas en
el collado sur, con vientos de 160 km/h. y temperaturas rondando los -40ºF
al ser incapaces de encontrar el camino de regreso al C-IV. 10 personas
murieron en aquella tormenta, convirtiendo ese día en el que más
pérdidas humanas se han registrado en una jornada en toda la historia
de la montaña.
La zona alta del Everest aparece más allá del collado sur,
en un nada característico buen día. La cara triangular de
la falsa cumbre (cima sur), en el balcon, es el primer escollo en la tentativa
de cumbre. A partir de aqui, los escaladores, intentan avanzar lo más
rápido posible para minimizar su estancia en esta zona.
La
cima: 8848 metros
Los escaladores dejan el collado sur en su intento de alcanzar la cumbre
hacia la medianoche. De esta manera, probablemente, tendrán tiempo
de hacer cima y regresar (18 horas más tarde). En muchos casos,
la altitud les ha impedido probar bocado e incluso dormir desde el C-II
(hace dos días), y cada bocanada de aire que toman sólo
les dá la mitad de oxígeno con respecto a una altitud de
nivel de mar. Cada paso se convierte en una lucha contra el frío
y el viento extremo.

Los
escaladores descansan en el balcón (8400m.). Ésta es la falsa cumbre vista
desde el collado sur. Detrás de ellos aparece el Makalu, la 5ª montaña
más alta del mundo.
Desde
el C-IV, los escaladores primero superan una pared de hielo en el tramo
final del collado sur, y empiezan a ascender en busca de la cara triangular
que les lleva al llamado balcon (8400m.) que aparece como una mancha en
medio del blanco paisaje.
Al
fin ha llegado la hora. Alrededor de las 11 de la noche nos colocamos
todo el material y salimos a la oscuridad. Allá, en la distancia,
puede verse un gusano de luz ascendiendo lentamente la pared oscura. Se
trata de las frontales de los escaladores que centellean en la noche.
El silencio es absoluto. Nadie habla. Si tienes que decir algo, susurras.
El ambiente es absolutamente aterrador, y tú te concentras en ascender,
esperando ver el primer rayo de luz del amanecer. La pendiente es muy
inclinada y a tramos helada. El piolet y los crampones apenas clavan en
el hielo. Sientas ganas de orinar. Ni hablar, lo olvidas. Alguien se da
la vuelta: " No puedo continuar, buena suerte".
Una luna blanca y fría se eleva detrás de tí, pero
apenas te vuelves a mirarla, ni siquiera te fijas en los destellos brillantes
del universo que te rodea. La adrenalina mantiene tu cuerpo en movimiento.
Y entonces, de pronto, tras horas y horas de desesperación, descubres
un delgado rayo de claridad azul en el horizonte. ¡La luz del sol!
Si tienes suerte, es en este momento cuando se puede ver la mítica
montaña fantasma. Ocurre cuando el pico proyecta su sombra en la
niebla de la mañana y ésta se yergue ante ti como un espejismo
gigantesco. Más allá yace el mundo en toda su gloria, brillando
bajo el sol que se eleva. Tú sientes su calidez y con ella retorna
la esperanza.
Pateas
con los pies para combatir el principio de congelación. Te encuentras
en el Balcón, descansando un poco y cambiando la botella de oxígeno.
Frente a ti hay una arista y justo encima de donde te encuentras, muy
cerca, ésta la cima Sur. Comienzas a disfrutar de las vistas y
de la posibilidad de éxito. Finalmente llegas al pequeño
plateau de la cima Sur y allí, justo a la vuelta de la esquina,
¡está la cumbre del Everest!
Has
visto la cumbre tantas veces desde la distancia que resulta extraño
verla de pronto tan cerca. Esta justo ahí, solamente a 95 metros
de distancia. Casi puedes tocar su blanca cola de nieve.
Cuando alcances la cima Sur estarás a tan sólo un par de
horas del momento en que tu sueño se hará realidad.

El
escalón Hillary, el punto más expuesto y peligroso de la parte final en
la tentativa de cima.
Sin embargo, antes tendrás que superar otro obstáculo: Una
arista final afilada como un cuchillo. Te cortará la respiración
sólo con mirarla; es realmente hostil. Se eleva sobre Nepal y Tíbet
como si no estuviese anclada a la tierra, fina e inclinada. Hacia la mitad
de la cresta se encuentra el escalón Hillary, un tramo de escalada
en roca la mitad del cielo.
Sal a la arista atravesando un pequeño túnel, a medio abrir,
que parte de la cima Sur. Avanza con los crampones inclinados en un ángulo
extraño contra el flanco de la arista. A veces la nieve cede y
te deslizas hacia abajo por un segundo, suficiente para ponerte los pelos
de punta. Desde luego, no es un lugar en el que moverse sin cuerdas fijas,
así que asegúrate con cuidado, concéntrate en cada
paso y no dejes de moverte.
Si
hubiera mucha nieve, podrías encontrar la arista más ancha
e incluso cómoda. Cuando nosotros estuvimos allí estaba
seca y afilada.

El
escalón Hillary.
En
nuestra opinión, el escalón Hillary no es, después
de todo, tan malo. Aunque resulta muy expuesto en algunos tramos, es rápido
de escalar y fácil de asegurar, dadas las circunstancias. El mayor
peligro ahí es quedar enganchado en las cuerdas; ten a mano una
buena navaja y comprueba bien que cada cuerda aguantará tu peso.
La
cumbre está ahora a sólo 20 min. de camino a través
de la arista final. Es casi como si hubiera un cordón alrededor
de estos grandes picos, más allá del cual nadie puede ir.
La verdad, por supuesto, radica en el hecho de que a partir de los 7500m.
los efectos de la baja presión atmosférica sobre el cuerpo
humano son tan graves que resulta imposible superar los tramos realmente
difíciles y las consecuencias de una tormenta, incluso benigna,
pueden ser letales; que nada salvo las más perfectas condiciones
climatológicas brinda la menor posibilidad de éxito, y que
en el último trecho de la escalada ningún grupo está
en situación de escoger el día.
No,
no es extraordinario que el Everest se resistiera a los primeros intentos
de conquista; en efecto, lo contrario habría sido sorprendente
y no poco triste, pues no es ése el estilo de las grandes montañas.
Quizás, en esta era de conquistas mecánicas nos habíamos
vuelto un poco arrogantes con la flamante tecnología de ganchos
para hielo y zapatillas de goma. Habíamos olvidado que la montaña
sigue teniendo la carta maestra, y que sólo concede el éxito
cuando así le conviene.

Desde
la cumbre
Después
del Escalón, llegarás a un lugar cubierto de extrañas
formaciones en forma de olas blancas de nieve congelada que bajan de la
cumbre. Avanza hacia ellas. Normalmente este tramo no tiene cuerdas fijas,
aunque no es demasiado inclinado. No obstante, ten cuidado y usa bien
el piolet. Ahora no puedes ver la cumbre, avanzas por un filo blanco que
se pierde en el horizonte por lo que no puedes calcular cuánto
vas avanzando, y eso te hace sentir frustrado y cansado.
Entonces cambias a otro filo blanco pero esta vez… no continúa.
Termina en una cuesta abajo. Efectivamente, te estás asomando a
la cara norte del Everest. Amigo, has alcanzado la cima.
(Tiempo
de ascensión: entre 8 y 16 horas)
El
descenso
La mayoría de los accidentes ocurren durante el descenso. Asegúrate
de que tienes oxígeno suficiente para regresar. No te relajes ni
por un momento. El camino es muy traicionero hasta el Balcón, sobre
todo la arista cimera antes del muro de vuelta al campo IV, en el Collado
Sur. Incluso la pared después del Balcón puede resultar
peligrosa si no está equipada con cuerdas fijas. En esa zona encontrarás
un par de cuerpos escaladores fallecidos. En 1998, la última parte
de la pared que lleva al Campo IV no estaba equipada, provocando que ocho
personas sufrieran serias caídas. Por suerte, en aquella ocasión
todos los escaladores sobrevivieron. Nosotros nos encordamos para atravesar
este tramo, ya que no había cuerdas fijas. Además, si el
tiempo empeora es muy posible que, de haberlas, las cuerdas fijas queden
enterradas o que no seas capaz de encontrarlas. Procura memorizar su ubicación
durante el ascenso y lleva una brújula.
Una panza de hielo azul ofrece el último obstáculo de vuelta
al campo IV. En esa zona existen también algunas grietas que pueden
ser descubiertas por las franjas de nieve blanca que se pega a sus bordes.
Evítalas.
Al fin, llegarás dando tumbos a la llanura rocosa del Collado sur.
Usarás tus últimas fuerzas para llegar a tu tienda y dejarte
caer dentro de ella. Ahora, tras 30 horas de escalada agotadora, terror
y dudas, podrás caer en el que tal vez sea el sueño más
profundo y más feliz de tu vida.
Esa felicidad sólo será superada por la que sentirás
cuando te despiertes a la mañana siguiente; los rayos del sol te
calientan suavemente mientras vas tomando conciencia de una certeza maravillosa
y triunfante: que realmente, de verdad, lo has conseguido.
¡Has
hecho cumbre en el Everest!
(Tiempo de descenso hasta el Collado sur:
entre cuatro y ocho horas)
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Bibliografía/Fuentes:
www.galeon.com
www.mounteverest.net
