
Escaló y descendió en esquíes desde la cumbre del mundo, en otoño, solo, y sin oxígeno suplementario
De pie. Así deberíamos arrancar y leer esta nota, porque Bargiel ha logrado un casi imposible. Estas cosas son en realidad imposibles, hasta que aparece un personaje como este escalador, y da por tierra con todos los pronósticos. Mi memoria me remonta allá a 1996, con Hans Kammerlander, quien ascendió al Everest en un tiempo récord de 16 horas y 40 minutos desde el Campo II (6.400 m), para luego descender esquiando casi toda la ruta, completando el viaje de ida y vuelta en un tiempo total de 23 horas y 30 minutos, según me lo recuerdan ahora los registros.
Lo concreto es que el polaco Andrzej Bargiel, de 37 años, logró ascender el Everest, en esta temporada otoñal, con la “ventaja” y “desventaja” de estar solo en la montaña, que tiene cosas favorables, y otras no tanto.
Entre estas últimas, está el hecho de tener que “trabajar” solo en la subida, y los consiguientes peligros ante cualquier incidente. Pero por otro lado, se trata de un descenso prácticamente imposible, en temporada alta, por el enorme tráfico en la vía.
El pasado lunes 22 de septiembre, tras casi 16 horas de escalada desde los 7900m del C4, Bargiel alcanza la cumbre del Everest, para iniciar, casi de inmediato, el descenso, con esquíes, que era el objetivo principal del desafío.

Aproximadamente a las 15.30 horas, inició el descenso a través de la -en este caso- desierta, ruta del collado sur.
Pasadas las 20 horas llegó a la seguridad del Campo II, donde pasó la noche y descansó, ya que el empuje hacia la cumbre había durado más de lo previsto, por lo que la oscuridad hacía peligroso y difícil seguir avanzando ese día.
Por la mañana, esquió a través de la cascada de hielo del Khumbu -guiado en parte por un dron pilotado por su hermano Bartek- antes de llegar sano y salvo al campo base y convertirse en la primera persona que ascendía y descendía el Everest sin oxígeno embotellado.
Solemos ver, año tras año, la titánica tarea que realizan sherpas, y escaladores experimentados, para guiar a sus clientes hasta la cumbre del Everest, durante casi dos meses de primavera, para luego, tomarse dos o tres días, en descender, si es que lo logran.
Pues bien, este escalador hizo todo eso en pocas horas, y sin oxìgeno, y sin cuerdas fijas, y sin nadie a su alrededor.
Hace mucho tiempo, al menos en mi caso, que no tengo conocimiento de semejante hazaña.

Veamos que dijo Bargiel al respecto: «La ascensión fue difícil porque otras expediciones están cerradas en esta época del año. Se requiere mucho más trabajo y las condiciones son mucho más difíciles. Lo más cómodo para mí habría sido ir directamente del Campo Base a la cumbre, pero las condiciones no siempre lo permiten. En este caso, eso es exactamente lo que ocurrió. Es increíblemente alto. Tienes que estar bien preparado para poder funcionar durante 16 horas por encima de los 8.000 m.”
Respecto al descenso, agregó: “Dividí el descenso en dos partes, ya que navegar por la técnicamente difícil Cascada de Hielo en condiciones relativamente seguras sólo era posible por la mañana. La cumbre en sí fue ardua y difícil. Nunca había pasado tanto tiempo a tanta altitud en mi vida, así que fue un reto en sí mismo».
Bargiel, que ha logrado su tercer intento en el Everest, tras expediciones anteriores en 2019 y 2022, concluyó: «Es uno de los hitos más importantes de mi carrera deportiva. Descender el Everest sin oxígeno era un sueño que llevaba años creciendo en mi interior. Sabía que las difíciles condiciones otoñales y el trazado de la línea de descenso a través del glaciar Khumbu serían el mayor reto al que podría enfrentarme».

En 2018 se convirtió en la primera persona en descender esquiando el K2, la segunda montaña más alta del mundo. Ese logro aún no ha sido igualado.
Con el Everest ya conquistado, es el único alpinista de la historia que ha esquiado tanto el Everest como el K2, así como todos ochomiles de Pakistan, y todo ello sin oxígeno suplementario.

