Estamos hablando de la meca del montañismo mundial. Y dentro de esa meca existen
varias joyas extremadamente preciadas por quienes practican ese montañismo.
Una de esas joyas que acabamos de mencionar es indudablemente el K2.
Hace ya algunos meses, publicamos un artículo referente a otra de esas grandes
montañas y su alto índice de criminalidad, el Annapurna.
Creo que el K2 también merece un lugar especial, tanto por su belleza y por
su extremo grado de excitación que produce en el montañista un irresistible
deseo de encararlo.
Vamos primeramente un poco a la historia. Alla por mediados del siglo XIX,
los primeros pioneros del Himalaya comenzaron su ardua labor de catalogar aquellas
grandes montañas. Y hasta intentar medir su altura, que hoy en día podemos decir
fue muy aproximada a la realidad.
En aquel entonces el K2 recibió su nombre por haber sido la segunda montaña
del Karakoram en ser catalogada. La primera, o sea el K1 posteriormente derivó
en el Masherbrum. Pero el primer gran intento (o por lo menos el mas serio)
de acceder a ella sobrevino recién en 1909 a traves de una expedición italiana
dirigida por Luis Amadeo de Saboya, Duque de los Abruzzos quien
en un importante despliegue alcanzó la altura de 6600 metros a través del espolón
sudeste. O sea, se quedó a dos mil metros de la cumbre. Algo bastante contundente,
pero si importante: inició la exploración a traves de lo que con el tiempo se
convertiría en la ruta normal (si es que puede llegar a llamarsela de esta forma)
del K2. Bueno, quizas la de menores complicaciones. El término de normal sería
demasiado generoso.
Hacemos un pequeño paréntesis ahora. Vamos a apartarnos un poco del K2 y analizaremos
brevemente este período de treinta a cuarenta años, que van desde 1910 hasta
comienzo de los cincuenta. Un período de verdadera exploración. Yo lo llamaría
de intento de conquista, donde las grandes expediciones patrocinadas por propios
gobiernos, en especial ingleses y alemanes, se lanzaron al Himalaya y Karakoram
en pos de aquellos monstruos buscando quizás resolver en ellos la verdadera
medida de su poderío. Despliegues como el de los años 22 y 24 en el Everest,
con enormes tragedias en el propio K2 en los años treinta y ni hablar del mayor
asesino: el Nanga Parbat.
Todos esos hechos, esos intentos muy valiosos que sirvieron para acumular experiencia
sobre un mundo practicamente desconocido, fueron el pilar que finalmente pudo
sostener aquella deliciosa etapa de conquista que sobrevino ya con la llegada
de la década de 1950. Allí, uno tras otro, los ochomiles fueron cayendo, no
sin cobrar sus tributos por supuesto, pero cayendo en definitiva. Inclusive
el mas pequeño de ellos fue el que mas se hizo esperar ya que el Shisha Pangma
recién pudo ser conquistado en los años sesenta, aunque aquí intervinieron otros
condimentos políticos que estaban mas allá del propio montañismo.
Paradógicamente también, la mas asesina de estas montañas y una de las mas
complejas fue precisamente la primera en ser derrotada: nuevamente mencionamos
al Annapurna.
Y ahora el K2. Él cayó un año después que el Everest. Bajo la enorme persistencia
de dos grandes italianos: Lino Lacedelli y Achile Compagnoli. Ellos pudieron
vencerlo a través de aquella ruta que había estrenado cuarenta y cinco años
antes el Duque de los Abruzzos y que fue bautizada con el nombre de Espolón
de los Abruzzos. Hoy, como dijimos, la ruta mas accesible. Pero el K2
ya en aquellos tiempos fue empecinandose en dar muestras de verdadera crudeza
para quienes quisieran aventurarse a sus entrañas.
Tal es así, una muestra clara y certera de su agresividad, fue que la segunda
conquista del K2 sobrevino recién veintitrés años después de la primera, en
1977. Otra conquista, la tercera fue en el 78 y la cuarta al año siguiente,
en el 79 y fue en este último caso, el propio Messner conjuntamente con el alemán
Michael Dacher quienes la consiguieron. Algo importante: el ascenso de 1978,
o sea la tercera conquista fue por la vertiente norte, del lado chino a cargo
de la expedición americana de Jim Whitacker.
Volviendo los pasos sobre Reinhold Messner, allí fue cuando aparece a la luz
de futuros e intrépidos aventureros la posibilidad de cubrir una vía que el
propio Messner bautizó en su momento como una locura. Una línea sobre el espolón
sudoeste a la que el italo-alemán bautizara como Magic Line y
que ni siquiera en aquel tiempo ni en años posteriores, dio clara muestra de
intentar realizarla. Solo fue eso. La señalo, nos mostró que estaba allí y dijo
que era un acto de desquicio el intentarla. Estamos hablando de 1979. Siete
años después de esto una de las mas complejas -sino la mas- líneas del K2 caería
finalmente ante las garras del hombre.
Esto nos lleva entonces a 1986. Un párrafo aparte para ese año. Quizás el gran
año del K2 en absolutamente todos los sentidos, los buenos y los malos. Entre
los buenos, lo que acabamos de mencionar, la concreción de la Magic Line
a cargo de tres alpinistas (dos polacos y un eslovaco): Przemislaw Piasecki,
Wojciech Wroz y Peter Bozik. El tributo que se cobró el K2 en esta nueva
apertura: la vida de Wojciech Wroz. La otra buena fue una línea muy próxima
a la Magic, también sobre la vertiente sudoeste pero sobre un espolón localizado
mas hacia el este, casi a mitad de camino con la vía de los Abruzzos.
Esta ruta comparte vía con la Magic hasta la emergente de este nuevo espolón
que gira en dirección este, (mientras la Magic asciende hacia el oeste), desde
allí en forma continua hasta los 8100 u 8200 metros donde gira hacia la derecha
en un plano casi vertical y a pocos cientos de metros de la cumbre se sumerge
en la ruta de los Abruzzos. Fue abierta por los polacos Jerzy Kukuczca y Tadeusz
Piotrowski, (si, el gran Kukuczca) quienes de esta forma daban nombre a esta
nueva y complicadísima via: La Polish line. Nuevamente volvemos
al tributo del K2: ahora para Tadeusz Piotrowski que dejó su vida en la montaña.
Jerzy moriría tres años después en el Lhotse al cortarse una cuerda que había
comprado de segunda mano en un mercado de Katmandú. Un gravísimo error para
un gran alpinista.
Seguimos en el 86. Wanda Rutkiewicz (si, aquí también decimos, la gran
Wanda) y Liliane Barrard, las dos primeras mujeres en coronar el K2 (he
visto por ahi que Liliane fue la que llegó en primer término).
Esta expedición que accedió por el espolón de los Abruzzos, estaba formada
también por Maurice Barrard y Michel Parmentier. Wanda era la única polaca
del grupo de cuatro integrantes, los tres restantes, franceses. Y aquí nuevamente
el tributo del K2, y por partida doble, Maurice y Liliane dejaron también su
vida en el K2 durante el descenso.
Esa temporada del 86 se caracterizó por la enorme cantidad de permisos que
el gobierno paquistaní otorgó para el ascenso al K2. Ese impresionante aluvión
de montañistas que acudieron es su búsqueda, mas la ya de por si alta criminalidad
de esta montaña y un tráfico inusual principalmente en su ruta mas accesible,
la de los Abruzzos, finalmente arrojó el saldo que era previsible ante tales
circunstancias.
Trece montañistas en total dejaron su vida en el K2 en aquél fatídico año 1986
en lo que se conoce historicamente como «la tragedia del K2». Hasta la temporada
de 1985, treinta y nueve montañistas habían alcanzado la cumbre de esta montaña.
En 1986 se sumaron veintisiete mas y de esos veintisiete, siete formaron parte
de la lista de trece fallecidos.
Nos vamos un poco mas adelante. Nueve años para ser mas precisos. Llegamos
a otro durísmo año en la historia del K2: 1995. En esta oportunidad, ocho montañistas
perdieron la vida en distintas circunstancias, seis de ellos en el mismo día:
el 13 de Agosto. De los ocho fallecidos en el 95, cuatro fueron españoles: Jordi
Angles (catalán) y los aragoneses Javier Escartín, Javier Olivar y Lorenzo Ortíz.
Hacemos un breve paréntesis y nos trasladamos ahora a 2004 y nuevamente España
se coloca en el centro de la información en torno al K2. Primeramente y lo mas
destacado fue la segunda cumbre en la historia a través de la Magic. El logro
en este caso correspondió al catalán Jordi Corominas (chapeau, como se dice
tradicionalmente), que logró la hazaña (no hay un calificativo mas apropiado)
el 17 de Agosto de aquél también histórico 2004 al acceder a la cumbre por el
pilar Sud Sud Oeste, popularmente conocido como la Magic Line.
Fue -como dijimos- la segunda por esa vía, y la última hasta estos tiempos.
Aquél 2004 se caracterizó también por el impresionante tráfico que atrajo el
K2. Para tener una idea del mismo solo diremos que en esa temporada 50 (si,
cincuenta) montañista alcanzaron la cumbre, y siete dejaron su vida en el ochomil.
Siguiendo en la senda española, fue la temporada en que Edurne Pasaban lo coronaba,
en una ascensión que para ella sería inolvidable por su complejidad. Otros nombres
importantes que lo alcanzaron en 2004: Silvio Mondinelli, Juan Vallejo, Mikel
Zabalza, Juanito Oiarzábal, Iñaki Ochoa y Horia Colibasanu.
Un nuevo salto en el tiempo. El último y llegamos a 2008 donde se produce la
segunda gran tragedia del K2 que cuesta la vida a 11 montañistas, en un mismo
accidente en esta oportunidad, lo que la convierte en una verdadera tragedia.
Fue la caída de un enorme serac, en las proximidades de la cumbre bajo la ruta
del espolón de los Abruzzos, la que produjo una avalancha que arrastró a todo
(y todos) lo que encontró a su paso. Fue el 1 de Agosto de 2008, cuando la columna
avanzaba en sentido a la cumbre.
Estuvieron en ella involucradas expediciones comerciales y privadas. Marco Confortola
salvó milagrosamente su vida, al igual que Alberto Zerain quien logró evitar
la tragedia por estar al frente del ataque a la cumbre en la ardua tarea de
abrir huella.
También la expedición del holandés Wilco van Rooijen se vio duramente involucrada.
Dren Mandic, Jahan Baig, Rolf Bae, Jumik Bhote, Pasang Bhote, Gerard McDonnell,
Hugues D Aubarede, Mehrban Karim, Hyo-Gyung Kim, Kyeong-Ho Park y Dong-Jin Hwang
fallecieron entre el 1 y el 2 de Agosto a consecuencia del fatídico desprendimiento.
Finalmente, 2009, un año mucho mas tranquilo en cuanto a lo que se refiere
a la concurrencia, cobra el K2 su última víctima hasta el momento: el italiano
Michele Fait.
A lo largo de su larga conquista, la segunda montaña mas alta del mundo, el
K2 o Chogori, ha permitido a 302 montañista que puedan acceder a su cumbre.
Pero para ello se ha cargado con 78 víctimas, lo que da un porcentaje del 25,8%
en lo que se encuadra como indicador de mortalidad del ochomil y lo ubica en
el segundo lugar dentro de los ochomiles, por detrás del Annapurna (37,2%) y
por delante del Nanga Parbat (22,3%).
Ahora bien, hemos visto hasta aquí lo que ha sido la parte «práctica» del K2,
o sea, la actividad en el ochomil en sus mas de cien años de exploración y conquista.
Pero ese 25,8% de mortalidad que mencionabamos cuenta con una sólida base que
hace que esta montaña sea quizas la mas compleja de los ochomiles y ciertamente
la segunda en cuanto a mortandad.
Debiera haber algún «factor» que hace a la peligrosidad y complejidad del K2.
Eso es así, es una certeza y no es un factor sino que un conjunto de factores
se asocian en un punto del Karakoram para producir semejante efecto.
Estos factores son los que trataremos de explicar a continuación.
La ubicación geográfica del Karakoram y los efectos climatológicos
Es este uno de los tres principales factores que hacen de la peligrosidad y
complejidad el K2. Para poder comprender de manera simple un sistema verdaderamente
complejo iremos por partes, tomando el Himalaya y el Karakoram como un sistema
montañoso, que de hecho lo es en un conjunto, solo que el Karakoram se corresponde
con la parte mas occidental de la Cordillera del Himalaya. Hacia el norte encontramos
la meseta de el Tibet en lo que respecta al Himalaya y el desierto de Taklamakán
en el Karakoram. Ambos con características diferentes que de igual manera influyen
sobre las cadenas montañosas. El Tibet con sus 4000m de altura es frío y extrañamente
húmedo. El Talamakán con 1000m de altura es cálido y seco.
El Himalaya por su parte se localiza a una latitud de 28ºN y el Karakoram de
36ºN con lo cual, éste último al estar mas al norte cuenta de por si con un
clima mas frío.
Pero hay un factor que influye de distinta forma en ambos cordones montañosos:
el Monzón. Este viento que se origina en las regiones del Océano Índico, ingresa
al continente desde el Golfo de Bengala y el extremo sur de la India. Se origina
en areas ecuatoriales principalmente en época de verano cuando la temperatura
del continente es mayor que la del océano, lo que produce que el aire se eleve
y se formen zonas de baja presión. Allí surge el monzón para compensar esas
zonas de baja presión, trayendo fuertes precipitaciones en toda la zona, en
especial la del Himalaya donde esas precipitaciones debido a la altura y bajísimas
temperaturas son en forma de nieve.
Este fenómeno aparece los primeros días de Junio y afecta la temporada estival
del Himalaya dividiéndola en dos etapas: el pre-monzón que sucede de Abril a
Mayo y el post-monzón que se puede aprovechar a partir de mediados de Septiembre
cuando la temporada monzónica estival llega a su fin. Existe una temporada monzónica
invernal donde los vientos se suceden en forma inversa, del continente al océano,
pero para nuestro caso de estudio no nos será de demasiada utilidad su análisis.
Esas precipitaciones producen en la montaña climas de constante precipitación
que día tras día van cargándola de nieve y así, cuando el monzón finaliza y
los montañistas vuelven a acudir en busca de las alturas, las encuentran excesivamente
«pesadas». Eso lo podrán comprobar en los relatos y partes de expedición de
cada una de las temporadas post-monzónicas. De allí que la temporada mas propicia
para encarar los gigantes del Himalaya sea durante el período previo a las precipitaciones
monzónicas.
Pero como dijimos, esto va para el Himalaya, veamos que sucede en el Karakoram,
localizado mas al norte y al oeste del epicentro predilecto del Monzón. Cuando
uno ve que al finalizar la temporada pre-monzónica de ascensos, comienza la
temporada del Karakoram, este hecho lleva a pensar en muchos casos que el Monzón
no afecta a este último sistema montañoso. Eso es un error. Por supuesto que
lo afecta, pero de distinta forma. En realidad, se accede al Karakoram en esta
temporada porque fuera de ella sería practicamente imposible hacerlo, aunque
tampoco sea una temporada propicia. De hecho, ningún momento del año sería «propicio»
para encarar estas montañas occidentales entre las cuales está por supuesto
el K2. Pero en realidad, en algún momento hay que hacerlo y es este, el menos
riguroso que comienza los primeros días de Junio y se extiende hasta mediados
de Septiembre como límite ya bastante avanzado.
El Monzón proveniente del sudeste a la altura del Karakoram, choca contra los
grandes gigantes de mas de siete mil metros. Allí se encuentra con el aire cálido
y seco que baja del desierto de Taklamakán y produce las precipitaciones. Veamos
un ejemplo práctico y muy gráfico sobre este hecho.
La ciudad de Katmandú, capital de Nepal se encuentra al sur del Himalaya. El
82% de las precipitaciones anuales que recibe esta ciudad se producen durante
el período del Monzón. La localidad de Lhasa, punto de acceso al monte Everest
en el ingreso del Parque Nacional Sagarmatha recibe el 90% de sus precipitaciones
en la misma época y también está al sur del principal cordón de la cordillera
del Himalaya. Si ahora nos empezamos a mover un poco hacia el este vemos que
la ciudad de Nueva Delhi recibe el 84% de las precipitaciones anuales durante
el Monzon. Ahora seguimos avanzando y giramos desde Delhi hacia el norte en
dirección al Karakoram.
En los territorios indios de Kachemira se encuentra el poblado de Leh, allí
el 44% de sus precipitaciones son durante el Monzón. Y un par de casos mucho
mas gráficos: La localidad de Gupis, en Pakistan recibe el 44% durante la temporada
monzónica y la localidad de Chilas el 25% aunque ambas se encuentran a poca
distancia entre si. ¿Cuál es la razón de esta diferencia entonces si no distan
mucho una de otra?. Una pregunta que tiene respuesta y esa respuesta se llama
Nanga Parbat. El Nanga de 8125m se encuentra al oeste de Gupis y al este del
Chilas o sea se interpone entre ambas localidades y en consecuencia su pared
este sud este recibe toda la dura influencia del Monzón, ¡y lo detiene!
Un caso similar sucede unas decenas de kilómetros mas hacia el este nordeste
del Nanga, en la región del cordón central del Karakoram sobre la divisoria
de fronteras entre Pakistan y China. Del lado Pakistaní precipita en una medida
similar a la de Gupis. Del lado chino ya sobre la zona del desierto de Taklamakán
practicamente la precipitación es nula, y estamos en épocas del Monzón.
La cordillera en consecuencia absorve el golpe del Monzón que es un poco menor
en cuanto a intensidad que el sufrido en el Himalaya pero que también tiene
un factor que el Himalaya cuenta en menor medida. La posición geográfica localizada
entre ocho y diez grados mas al norte o sea mas hacia el frio.
Este es quizas el mas influyente de los tres factores que hacen de la peligrosidad
y dificultad del K2, la ubicación geográfica y los duros efectos climatológicos
monzónicos. Y decimos monzónicos porque fuera de la temporada estival es casi
impracticable la actividad de montaña.
Mencionamos en el párrafo anterior a tres factores. Vamos por los dos restantes.
Uno de ellos, es la característica topográfica de esta montaña. ¿Han visto una
fotografía del K2? Pues bien, nos sugiere una forma piramidal muy empinada,
de hecho que lo es. Si trazáramos una línea imaginaria desde su cumbre en dirección
hacia el centro de la tierra y luego otra línea mas desde su base, en el comienzo
de la pendiente, obtendríamos una distancia desde esa base hasta cortar la línea
imaginaria vertical, de unos 4 kilómetros. Pero esa base está entre los 4500
y 5000 metros de altura y el K2 tiene 8611m, con lo cual nos quedaría salvar
una altura de 3600 metros en tan solo 4 kilómetros de desarrollo horizontal.
El resultado, una pendiente por demás importante. En síntesis obtenemos el segundo
de los factores: la pronunciada verticalidad del K2.
Y dejamos para el final a la frutilla del postre, que es quizás el elemento
mas evidente, el que hace que el K2 sea aquel ochomil tan codiciado por los
montañistas de todo el mundo. Sus 8611 metros, que lo colocan a 611 metros por
encima de la zona de la muerte, que es aquél punto donde la hipoxia comienza
a «aflorar» para cualquier ser viviente que se aventure y que hace que tu reloj
interno comience a correr. Un reloj que tiene una fecha y hora límite, trascurrida
la cual indefectiblemente se detiene, para siempre. Si el K2 tuviese 500 metros
menos, tal vez sería un Nanga Parbat, y eso ya de por si, es mucho decir.
