Foto de Portada: Amelia Earhart sentada sobre la nariz de su avión en 1936. (Crédito The New York Times)
"Cuando ascendí hasta los sesenta o noventa metros supe que tenía que volar". Amelia Earhart vivió así su primera experiencia de vuelo tras una ascensión de diez minutos el 28 de diciembre de 1920 en compañía del piloto Frank Hawks. Esta pionera de la aviación, nacida el 24 de julio de 1898 en Atchison (Kansas), quería volar y aprendió a hacerlo, y, en contra de los deseos de su familia, se convirtió en la primera mujer que realizó la travesía del Atlántico en solitario.
Amelia tuvo una infancia feliz y llena de comodidades. Sus primeros años de vida transcurrieron en Atchison, su localidad natal, donde estuvo al cuidado de sus abuelos maternos. Pero la errática vida laboral de su padre, que cayó en el alcoholismo tras perder varios empleos, los viajes constantes de la familia y la consiguiente inseguridad económica provocaron que al final su madre lo abandonara y partiera rumbo a Chicago acompañada de Amelia y su hermana Muriel.
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Amelia y Muriel viajaron a Canadá como enfermeras voluntarias, atendiendo a los pilotos heridos en combate. Fue tras visitar el Cuerpo Aéreo Real, la fuerza aérea británica, cuando la idea de convertirse en piloto de aviones comenzó a tomar forma en la mente de Amelia. En sus propias palabras, fue allí donde terminó "picada por el gusanillo de la aviación".
En 1920, la familia decidió trasladarse a vivir a California. Amelia asistió a un espectáculo aéreo y tuvo la oportunidad de sobrevolar la ciudad de Los Ángeles. Quedó tan entusiasmada que en ese mismo instante decidió aprender a volar.
Tras conseguir la licencia como piloto en 1923 y entrar a formar parte de la Asociación Aeronáutica Internacional en 1927, Amelia Earhart empezó a ser reconocida como uno de los mejores pilotos estadounidenses. Fue precisamente en ese año cuando el famoso editor George P. Putnam -con el que se acabaría casando- recibió el encargo por parte de la millonaria Amy Guest para que se ocupara de organizar el primer vuelo femenino sobre el Atlántico. Fue un proyecto personal de Guest, a la que también le gustaba volar. En un principio tenía que ser la propia Amy quien realizara el vuelo, pero tras ser disuadida por su familia decidió, ayudada por Putnam, buscar a alguna joven piloto para que pudiera llevar a cabo dicha empresa.
En 1928, Amelia recibió la oferta de formar parte de la tripulación junto con el piloto Wilmer Stultz y el mecánico Louis Gordon, convirtiéndose de este modo en la primera mujer en cruzar el Atlántico. A bordo de un Fokker FVII bautizado con el nombre de Friendship y tras un vuelo de 20 horas y 40 minutos desde Trepassey Harbour, Terranova, a Burry Port, Gales, Amelia se convirtió en una celebridad: rubia, alta, atractiva, con trazas de modelo, aire andrógino y cierto parecido con el mítico piloto Charles Lindbergh. Amelia se había convertido en una sensación que rivalizaba con las estrellas de Hollywood.
En enero de 1935, Amelia efectuó la travesía en solitario entre Honolulú (Hawái) y Oakland (California). Recorriendo una distancia superior a la existente entre Estados Unidos y Europa, fue el primer piloto en completar con éxito este difícil trayecto sobre aguas del Pacífico, ya que los anteriores intentos habían acabado en fracaso. A finales de ese mismo año, estableció un nuevo récord de velocidad al realizar un vuelo sin escalas, de algo más de catorce horas, entre Ciudad de México y Nueva York.
En 1937, Amelia anunció que intentaría dar la vuelta al mundo utilizando una ruta distinta a la habitual en estas travesías. Hasta entonces, dichos vuelos se realizaban en etapas cortas a través de los cielos del hemisferio norte, pero Earhart tenía la intención, junto con su copiloto y navegante, el capitán estadounidense Frederick J. Noonan, de circunvolar el globo en un bimotor Lockheed Electra 10-E siguiendo la línea del ecuador. Antes de su partida, Amelia declaró: "Nunca interrumpas a alguien haciendo algo que tú dijiste que no se podía hacer".
El viaje
Además de Noonan, llevarían otros dos tripulantes como técnicos. La primera etapa sería de Oakland, California, a Hawái el 17 de marzo de 1937. Sin embargo, cuando despegaba cerca de Pearl Harbor tuvo problemas y el aeroplano se deslizó fuera de control. Hubo daños considerables. Uno de los tripulantes atribuyó a Amelia la responsabilidad del accidente. El Electra fue enviado de regreso a California para reparaciones y Amelia continuó los planes para hacer otro intento. Esta vez el curso del viaje sería hacia el este. De ahora en adelante sólo viajarían Noonan y Earhart.
Después de recibir al Electra partió de Los Ángeles hacia Florida el 21 de mayo de 1937. El 1 de junio salieron de Miami, y su primer destino fue San Juan, Puerto Rico, de ahí voló a Caripito, al oriente de Venezuela, bordeando luego Sur América con rumbo a África y el Mar Rojo. Desde allí realizó un vuelo inédito en la historia de la aviación, hacia Karachi en Pakistán. Después se dirigieron rumbo a Calcuta el 17 de junio. Posteriormente sus destinos fueron Rangún (Birmania), Bangkok, Singapur y Bandung.
En Bandung en la isla indonesia de Java, ocurrieron algunos percances. Hubo retraso por el mal tiempo y a la aeronave se le realizaron reparaciones. Pero lo más grave fue que Amelia enfermó de disentería. Partieron de allí el 27 de junio hacia Darwin en Australia, donde mandó los paracaídas de regreso por que no serían necesarios -según ella-en lo que restaba del viaje.
Llegó a Lae, Papúa Nueva Guinea el 29 de junio con 35.405 kilómetros volados y 11.265 por recorrer. En ese lugar se comunicó con el Herald Tribune. Las fotos la mostraban enferma y cansada. Partió a las 0:00 GMT el 2 de julio. Se cree que el avión tenía 2.000 galones de combustible para 20 ó 21 horas de vuelo, pero la situación atmosférica no era la más favorable pues estaba nuboso y con lluvias intermitentes.
En lo restante mantendría comunicación con el guardacosta estadounidense Itasca. A las 7:20 GMT reportó su posición a 232 kilómetros al suroeste de las Islas Nukumanu. A las 8:00 GMT hizo su último contacto de radio con Lae donde se les comunicó que el avión volaba en curso a la Isla Howland a 3.657 metros de altura. Sin embargo nunca se supo el rumbo que siguió tras alcanzar Nukumanu. Después hubo algunas transmisiones cortas al Itasca, pero no pudo averiguarse su posición porque los mensajes eran demasiado breves.
A las 19:30 GMT se recibió el siguiente reporte: «KHAQQ llamando al Itasca. "Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos... El combustible se está agotando..." A las 20:14 GMT el guardacosta recibió el último mensaje dando su posición; hacia las 21:30 GMT determinaron que el avión pudo haberse estrellado en el mar y entonces comenzó la búsqueda.
Se ha establecido que el aeroplano cayó de 56 a 160 kilómetros de la costa de la isla Howland. Se vislumbró una chalupa, pero al final no se encontró nada. De acuerdo con los expertos se cree que el avión pudo haber flotado debido a los tanques vacíos.
El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, una operación de un costo de 4 millones de dólares. Alrededor del 18 de julio el rastreo fue abandonado en el área de Howland.
George Putnam buscó más ayuda para continuar, pero las esperanzas de encontrarlos fueron ya inexistentes. Un faro fue construido en 1938 en la isla Howland en su honor. De su desaparición ha habido multitud de teorías acerca de su final y el de su compañero, así como expediciones en búsqueda de sus restos.
Amelia regularmente enviaba cartas a George, y en una de ellas escribió: "Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos deben ser un reto para otros".
Robert Ballard va en la búsqueda de Amelia
Lo conocimos allá a mediados de los ochenta cuando salió en la búsqueda del naufragio más importante de la historia. Y lo encontró.
Durante dos semanas en agosto, una búsqueda multimillonaria desde el aire, la tierra y el mar buscó resolver el misterio de 80 años de la desaparición de Amelia Earhart.
Robert Ballard, el explorador oceánico famoso por localizar los restos del Titanic, dirigió un equipo a bordo del barco de investigación Nautilus que descubrió dos sombreros en las profundidades. Encontró restos de un viejo naufragio. Incluso vio una lata de refresco. Lo que no encontró fue una sola pieza del avión Lockheed Electra volado en 1937 por Amelia Earhart y Fred Noonan, que desapareció durante su condenado viaje alrededor del mundo.
El Dr. Ballard había evitado el misterio de Earhart durante décadas, descartando el área de búsqueda como demasiado grande, hasta que se le presentó una pista que encontró irresistible.
Kurt Campbell, entonces un alto funcionario del Departamento de Estado del presidente Barack Obama, compartió con él lo que se conoce como la imagen de Bevington: una foto tomada por un oficial británico en 1940 en lo que ahora se conoce como Nikumaroro, un atolón en las Islas Phoenix en la República de Kiribati. Los analistas de inteligencia estadounidenses habían mejorado la imagen a pedido del Sr. Campbell, y concluyeron que un objeto borroso en él era consistente con el tren de aterrizaje del avión de Earhart.
Motivado por esta pista, y por 30 años de investigación sobre Nikumaroro por el Grupo Internacional para la Recuperación de Aviones Históricos, el Dr. Ballard y su tripulación establecieron un curso para la isla en agosto. A ellos se unieron arqueólogos de la National Geographic Society, que patrocinó y documentó el viaje para la "Expedición Amelia".
El Dr. Ballard y Allison Fundis, jefa de operaciones del Nautilus, coordinaron un elaborado plan de ataque. Primero, enviaron el barco cinco veces alrededor de la isla para mapearlo con un sonar multihaz, y desplegaron un vehículo de superficie autónomo flotante para mapear áreas menos profundas frente a la costa de la isla. También utilizaron cuatro drones aéreos para inspecciones adicionales del arrecife circundante.
Nikumaroro y su arrecife son solo la punta de una montaña submarina de 4800m, una serie de 13 escarpadas que caen en las rampas, y finalmente se despliegan en la base durante seis millas náuticas.
Si Earhart se hubiese estrellado allí, creen, las mareas crecientes habrían arrastrado su avión sobre el arrecife y por las escarpadas. Se deben haber acumulado fragmentos en las rampas, especialmente componentes más pesados como el motor y la radio.
En aguas más profundas, el equipo desplegó el Hércules y el Argus, vehículos operados de forma remota equipados con focos y cámaras de alta definición. Estos robots descendieron 200m alrededor de toda la isla y no encontraron nada.
En ese momento, la tripulación se centró en la esquina noroeste de la isla cerca de la ciudad de S.S. Norwich, un carguero británico que encalló en la isla en 1929, ocho años antes de la desaparición de Earhart. Esa es el área donde se tomó la foto de Bevington.
Mientras buscaban allí, los miembros de la tripulación encontraron tantas rocas de playa consistentes en tamaño y forma con el supuesto tren de aterrizaje en la imagen de Bevington que se convirtió en una broma en el barco.
"Oh, mira", se reía el Dr. Ballard, "otra roca del tren de aterrizaje".
La Sra. Fundis dijo: "Sentimos que si su avión estuviera allí, lo habríamos encontrado bastante temprano en la expedición". Pero dijo que mantuvieron la moral porque el Dr. Ballard les recordó que se necesitaron cuatro misiones para encontrar el Titanic, y que una de esas expediciones perdió el barco por menos de 150m.
La tripulación cartografió los patrones de drenaje submarino de la montaña y buscó en los barrancos que podrían haber llevado fragmentos de avión cuesta abajo, a una profundidad de 2600m. Los miembros de la tripulación incluso buscaron aproximadamente cuatro millas náuticas en el mar, en caso de que el avión despegara intacto del arrecife y se deslizara bajo el agua mientras se hundía.
El misterio de Amelia Earhart permanece en lo profundo
La expedición de Robert Ballard a una isla remota en el Pacífico Sur no encontró evidencia del avión de Amelia desaparecido. Pero el explorador y su tripulación no se han rendido.
El Dr. Ballard y su equipo no lo consideran un fracaso. Por un lado, dice, saben dónde no está el avión. Y en el proceso, pueden haber prescindido de una pista que ha impulsado años de especulación, mientras que un equipo de arqueólogos colaboradores potencialmente descubrió más pistas sobre el destino del aviador.
"Este avión existe", dijo el Dr. Ballard. "No es el monstruo del lago Ness, y se va a encontrar".
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